Aunque el mercado del tomate fue bastante prometedor la pasada primavera, está sujeto a mucha tensión durante el periodo estival. Los productores no se han librado del aumento de los costes de producción, la repercusión de las temperaturas abrasadoras en los volúmenes y la gestión de los cultivos, y la incertidumbre sobre el consumo. "Agosto fue un mes difícil en general, con la producción fluctuando desde el comienzo del verano. Los cultivadores de invernaderos están sufriendo de lleno el aumento del coste de los insumos y la energía, lo que refuerza la presión sobre el valor del producto. El mercado es bastante flojo a pesar de las condiciones meteorológicas favorables al consumo", informa Gilles Bertrandias, director general de Paysans de Rougeline.
Una situación ya de por sí compleja, que se hace aún más delicada por la falta de coherencia entre los precios de expedición y los precios de venta al público. "Esta necesidad de coherencia es aún más acentuada cuando los volúmenes están muy presentes, como ocurre actualmente. Es evidente que hay muchos factores que influyen en el equilibrio del mercado. Pero es muy difícil estimular el mercado cuando hay tanta diferencia entre el precio al que vendemos nuestros tomates y el que muestran nuestros clientes. Por ejemplo, en la gama de tomates acanalados y de corazón alargado, encontramos precios que oscilan entre los 4 y los 6 euros por kilo en la fase de venta al público. Estos valores están muy por encima de nuestros atractivos precios de expedición, y no animan el consumo a pesar del tiempo favorable. La defensa del poder adquisitivo de los franceses merece acciones concretas en materia de política de precios y no declaraciones mediáticas. Esta situación está provocando una verdadera irritación entre los productores, que ya se ven estrangulados por el aumento de los costes y tienen dificultades para obtener beneficios de sus productos en estos momentos".
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Gilles Bertrandias
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