Enfrentarse a un entorno empresarial difícil, con una realidad que cambia casi a diario, se ha convertido en la nueva normalidad para muchas empresas que hacen negocios en China. Las últimas semanas han traído una serie de nuevos retos. En particular, las zonas del sur y suroeste del país se han visto afectadas, incluidas las provincias de Sichuan y Cantón.
Meses de sequía y calor han afectado a la capacidad hidroeléctrica de la zona, obligando a cerrar fábricas, oficinas, centros comerciales, escuelas y otros lugares públicos o a quedarse sin electricidad para la iluminación o el aire acondicionado. Todo ello durante uno de los periodos más calurosos registrados en la historia de China, con temperaturas que durante semanas han superado los 40 grados.
La ciudad de Chengdu, con 16 millones de habitantes, ha entrado en cuarentena total. Además, otras 70 ciudades de toda China han aplicado diferentes niveles de confinamiento. Se calcula que un total de 65 millones de chinos están en aislamiento total o parcial. Se han notificado casos de COVID en más de cien ciudades, el mayor número desde los primeros días de la pandemia en 2020.
Por si fuera poco, un terremoto de 6,8 grados de magnitud sacudió el lunes por la tarde la provincia de Sichuan, a solo 200 kilómetros de la ciudad de Chengdu.
Los desplazamientos entre ciudades y provincias han sido complejos durante todo el verano. Las distintas zonas exigen diferentes restricciones de cuarentena, por lo que hay retrasos en la entrada y el regreso para los viajes de negocios y de otro tipo. Además, siempre existe el riesgo de que el código sanitario cambie, tras lo cual se produce un periodo de cuarentena forzosa en casa o en un hotel.
En las últimas semanas, lugares como Shenzhen, Hainan y Tianjin han experimentado diferentes niveles de restricciones COVID. La situación en Hainan, una isla subtropical del sur de China, hizo que miles de turistas fueran confinados en sus habitaciones de hotel durante dos o tres semanas. Muchos de esos turistas viajaron desde Shanghái a la isla, pudiendo finalmente abandonar la ciudad tras meses de confinamiento en marzo, abril y mayo.
Personas haciendo cola para las pruebas de COVID-19 en Shenzhen
La anunciada, y muy esperada, relajación de la cuarentena y las restricciones de viaje, tanto para los viajes internacionales y nacionales a China, como para los viajes interregionales dentro del país, no se ha materializado. Por ello, los vuelos internacionales siguen siendo escasos o muy caros.
La provincia de Hebei, que rodea la ciudad de Pekín, ha ordenado a millones de residentes que se queden en casa hasta el final de la semana. Tianjin, ciudad portuaria cercana a Pekín, realizará pruebas masivas a todos sus ciudadanos.
Los efectos en el comercio de productos frescos son variados. Los exportadores de peras de Hebei tuvieron problemas, ya que no pudieron presentar los documentos de envío necesarios para exportar contenedores de peras frescas. Sin embargo, no hay informes de retrasos recientes relacionados con la COVID en los principales puertos de Shanghái, Tianjin o Cantón, aunque las pruebas diarias para tener acceso a los mercados mayoristas de productos siguen vigentes. Los precios de los contenedores siguen siendo altos, pero han bajado respecto a los precios aún más altos de los dos últimos años. Los importadores de Shanghái y Cantón no han informado de retrasos recientes en los envíos de contenedores.