El 22 de junio se publicó la revisión que la Comisión Europea plantea realizar de la Directiva 2009/128/EC sobre uso sostenible de fitosanitarios. La propuesta que hoy sigue sobre la mesa modifica la actual directiva –la más restrictiva del mundo– y la transforma en un reglamento. Este cambio no es baladí, puesto que una directiva conlleva imponer un resultado pero no los medios para alcanzarlo y un reglamento es directamente aplicable en su conjunto.
La nueva normativa planteada es uno de los instrumentos clave para aplicar el Pacto Verde europeo para 2030. En materia de fitosanitarios, esta estrategia exige reducir en un 50% en tal fecha el uso y el riesgo de los plaguicidas. Para lograrlo, la propuesta plantea ahora que en todas las zonas llamadas 'sensibles' quede prohibido aplicar estos productos. El Comité de Gestión de Cítricos (CGC) alerta que, de aplicarse así, "tendría un impacto enorme e inasumible porque en poco tiempo las plagas se descontrolarían y tales restricciones degenerarían en un abandono de campos masivo, especialmente en la Comunidad Valenciana, en la que la práctica totalidad del área citrícola quedaría dentro de estas zonas".
Como denunció AVA-SAJA recientemente a partir de estimaciones oficiales extraídas por la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA), "tal descripción afectaría al 30% de la superficie agraria del país, pero en el caso concreto de los cítricos su impacto sería mucho mayor porque en esas tierras se asientan gran parte de las plantaciones de mandarinas y naranjas".
"La merma en la producción en estas áreas sería extremadamente grave en el caso de la Comunidad Valenciana y muy considerable en otras zonas productoras como Andalucía, Murcia y la zona próxima a la desembocadura del Ebro en Tarragona".
El CGC no se opone a "seguir dando pasos en favor de una producción citrícola cada vez más sostenible". Sin embargo, para seguir avanzando en esta dirección, reclama que "antes se tiene que garantizar al sector que las alternativas biológicas a los insecticidas, herbicidas o fungicidas convencionales, sean eficaces y que los procesos para disponer de estas herramientas se agilicen".
"La retirada del clorpirifos y metil-clorpirifos ha servido para evidenciar que la estrategia de lucha biológica aún tiene serias limitaciones. Hoy seguimos sufriendo pérdidas millonarias por plagas nuevas –como el cotonet de Sudáfrica– o por otras que hasta ahora manteníamos a raya –como la araña roja–. Y mientras tanto, las importaciones europeas de naranjas y mandarinas desde países terceros siguen presentando de forma masiva residuos de este pesticida", denuncian desde CGC.
De ahí que el CGC –en consonancia con lo manifestado por la totalidad del sector hortofrutícola español– reitere que los cambios en esta materia deben de simultanearse con medidas que garanticen el cumplimiento del principio de reciprocidad.
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CGC
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