En octubre de 2021 se produjo la primera detección en la región citrícola portuguesa del Algarve, en Aljezur. Un año más tarde, la Trioza erytreae ha colonizado unos 200 kilómetros del litoral atlántico luso más al sur y ya se encuentra a menos de 120 km de las primeras plantaciones de Huelva, en Ayamonte. Desde que fuera detectado en Oporto en 2015, el temido psílido se ha expandido sin interrupción por toda la costa del país vecino y ha colonizado también parte de Galicia, Cantabria, Asturias y el País Vasco.
Zonas infestadas con Trioza erytreae el 1 octubre de 2021 y el 14 octubre de 2022, según la Direcçâo Geral de Alimentaçâo e Veterinària de Portugal
A esto se suma la confirmación en enero de la presencia del otro vector de esta enfermedad en Israel –la Diaphorina citri, que tiene mayor capacidad para adaptarse a climas mediterráneos y que trasmite la cepa asiática, más agresiva, y la africana–, lo que “cuestiona el futuro a medio plazo de la citricultura española”, alerta la presidenta del Comité de Gestión de Cítricos (CGC), Inmaculada Sanfeliu.
Tanto en Israel ahora, como en Florida y más aún en Brasil, lugares estos últimos devastados por el HLB y donde este vector sirve para propagar la enfermedad, la lucha contra el insecto se basa en el recurso constante a tratamientos fitosanitarios con productos que, en su inmensa mayoría, están prohibidos en la UE y que al menos sirven para atenuar o ralentizar los daños provocados por Candidatus Liberibacter asiaticus.
Según un estudio elaborado por el propio CGC, que extrapoló los datos sobre el avance de esta enfermedad en Florida, la citricultura española quedaría reducida a la mitad en 7 años y podría desaparecer en menos de 15 si finalmente llegara la bacteria del HLB. De ahí que la asociación insista ahora en la necesidad de que la CE refuerce hasta el extremo los controles en frontera y reclame la revisión urgente de la estrategia comunitaria en materia de productos de síntesis. “La lucha biológica, como acreditan los resultados obtenidos por el parasitoide Tamarixia dryi en Canarias o Galicia, funciona y obtiene resultados contra la trioza pero, como lo demuestra la situación en Portugal, no es suficiente. Frente a la peor enfermedad, necesitamos disponer de todas las armas”, remarca Sanfeliu.
Entre ellas, el CGC tiene depositadas fundadas esperanzas en la línea de investigación abierta en el IVIA. El centro de Moncada trabaja de la mano con el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas en la obtención de péptidos con actividad antibacteriana para el control del HLB; en la mejora genética de variedades de cítricos con resistencia a Candidatus Liberibacter asiaticus y en la edición de protoplastos de cítricos mediante CRISPR/Cas-9.