Empieza a parecer que la madre naturaleza no deja de atacar al suministro de lechuga de Norteamérica, que continúa siendo limitado. El volumen de lechuga en el último tramo de la oferta del valle californiano de Salinas se redujo debido a enfermedades del suelo, como el virus de la mancha necrótica de Impatiens (INSV) detectado en grandes franjas del valle.
Después llegaron las dificultades hídricas en Huron, California. "Ahora estamos completando la transición al desierto y ha sido complicado", afirma Mark McBride, de Coastline Family Farms. "La asignación de agua en la zona de Huron se acortó de forma drástica por la sequía, así que la superficie de lechuga se redujo enormemente y eso provocó que algunas empresas, la nuestra incluida, se retrasaran un poco en Salinas. Algunas empresas tenían superficie en Oxnard y la oferta general se redujo".
Después le tocó a Yuma, Arizona, donde los productores empezaron un poco antes por la escasez en otras regiones. "Empezamos el 4 de noviembre por el calor que habíamos experimentado. Aunque la lechuga era muy joven, tenía posibilidades de empezar a producir semillas. Cuando la lechuga se ve sometida a estrés, entra en 'modo reproductivo'. Así que toda las lechugas jóvenes que estaba previsto recolectar a principios de noviembre tuvimos que sacarlas antes para evitar que echaran semillas", explica McBride, que apunta que, si germinan, no se pueden envasar. "Envasamos en cajas de entre 11 y 13 kilos para salvar lo que pudiésemos de los campos, y así fue las dos primeras semanas que estuvimos en Yuma".
Bajada de temperaturas en Yuma
Ahora, las temperaturas en Yuma –que suelen bajar en esta época del año– han descendido, de hecho, más de lo normal para esta época, a niveles normales para mediados de diciembre. "La mayoría de la gente tenía previsto empezar en Yuma en torno al día 15. Al adelantarse el frío, el crecimiento se ha frenado y todo el mundo se ha puesto en marcha, pero ahora hay un adelanto de cinco o seis días", prosigue.
Esto ha provocado cierta inconsistencia en los campos, algunos de los cuales han producido buenas lechugas de calibre 24, mientras que otros están produciendo lechugas más pequeñas. Así que, en conjunto, más frustración. "Es como: 'Madre mía, ¿qué será lo siguiente?'", expresa McBride. "Además, los procesadores están sacando menos kilos por hectárea en sus campos también, y han comprado más hectáreas para satisfacer sus necesidades".
Como la demanda se mantiene tan fuerte al ser limitada la oferta, parece que los precios continuarán altos en el futuro próximo. "Al menos, hasta que tengamos un periodo normal más largo y el cultivo vuelva a tener algún tipo de calendario", dice McBride. "Estamos entrando en la temporada de invierno en el desierto y siempre hay complicaciones meteorológicas como el hielo y la lluvia. Puede que haga el tiempo moderado que caracteriza al desierto, pero después llega una tormenta o un frente frío y empiezan las complicaciones". Añade también que los problemas de calibre y peso que está viviendo el sector ahora mismo se mantendrán hasta que acabe el tirón navideño.
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Mark McBride
Coastline Family Farms
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