Dificultades a corto plazo con algunos beneficios a largo plazo. Eso es a lo que los productores californianos se enfrentan tras las últimas lluvias en las regiones productoras fundamentales de California, como el valle de Salinas, y que han ocupado los titulares.
El panorama general, por supuesto, es que el estado estaba sediento de lluvias después de años de sequías consecutivas. "Te costará encontrar un agricultor que no agradezca la lluvia, aunque haya provocado algunos problemas en el corto plazo", asegura Danny Koolhaas, director de servicios agrícolas en Wells Fargo. "Gracias a la abundante capa de nieve, nuestros embalses volverán a estar llenos. Si la nieve se va derritiendo metódicamente, nuestros embalses recuperarán su capacidad de cara al verano y los agricultores podrán servirse a un precio económico".
No obstante, esto no evitará la entrada en vigor de la SGMA, la ley de gestión de las aguas subterráneas, y Koolhaas les recuerda a los productores que deben informarse de las limitaciones inminentes que sus Agencias de Sostenibilidad de las Aguas Subterráneas impondrán a la capacidad de bombeo.
Últimas inundaciones en un campo de fresas de California. Foto: Comisión de la Fresa de California.
Perspectivas para el futuro próximo
No obstante, en el corto plazo, permanecen las dificultades, comenzando por el hecho de que la mayoría de los cultivos de campo abierto de California se retrasarán; no solo el frío ha retrasado los cultivos que ya estaban en el suelo, sino que, además, las lluvias que se han sumado están impidiendo la plantación de los campos. "Con los campos mojados, también es más difícil que los tractores hagan aplicaciones de fertilizantes y plaguicidas", dice Brad Rubin, gerente de sector de instituto agroalimentario en Wells Fargo, que apunta que los retrasos de estas aplicaciones podrían traducirse en pérdidas de rendimientos y en baja calidad. "Seguramente, otras fincas de berries que se habían plantado y ahora están inundadas habrá que replantarlas".
Señala también que las fincas situadas a orillas de los ríos son las más afectadas por las lluvias. "El valle de Salinas tiene, aproximadamente, 81.000 hectáreas de hortalizas y tan solo el 10 por ciento están inundadas, por lo que quizás se noten efectos a corto plazo en cultivos como la lechuga, otras hortalizas de hoja y algunas hortalizas", dice Rubin. Dicho esto, todavía hay muchos productos disponibles, lo cual es importante, puesto que Salinas produce aproximadamente el 80 por ciento de la oferta de hortalizas de los Estados Unidos de primavera a otoño.
Sobre los productos con potencial escasez, Rubin indica que las importaciones de berries y hortalizas desde México pueden ayudar a cubrir la brecha.
Aparte de las dificultades en el futuro próximo, hay algunos aspectos positivos en el horizonte. "Cultivos como los aguacates, los cítricos, las uvas y las frutas de hueso seguramente se desenvolverán bastante bien con las lluvias y las horas de frío. Las plantaciones permanentes es probable que funcionen bien, con posible advertencia en el caso de las almendras", comenta, y añade que los almendros florecen en febrero y marzo. "Con la lluvia y el frío, el vuelo de las abejas y la polinización han sido motivo de preocupación para los productores de almendras. El sector no sabrá cuáles serán las consecuencias para el cultivo hasta abril y mayo. Los precios de las almendras han subido cerca de 0,35 por libra (454 gramos) en las últimas semanas al especular el sector con una menor cosecha".
Brad Rubin y Danny Koolhaas.
¿La lluvia permite ahorrar en costes?
Las lluvias también han permitido ahorrar costes. "Los costes del riego varían en función del producto, pero dada la disponibilidad por el exceso de lluvias y las mayores dotaciones que ya se han anunciado, los costes del agua serán menores", adelanta Koolhaas. Comenta que, por ejemplo, el año pasado, la venta de agua en el valle sur-centro ascendió a casi 2.000 $ por 1,2 millones de litros. Según Rubin, los gastos del riego se presentan de distintas formas. "En un invierno seco, los gastos del riego crecen con el coste de poner en funcionamiento las bombas de los pozos. Además, las asignaciones de agua de las fincas pueden elevar el coste del suministro de agua. En el valle de San Joaquín, algunos agricultores podrían tener gastos del orden de los 1.500-2.000 $ por 1,2 millones de litros", detalla.
Dicho esto, esos gastos podrían reubicarse en otra parte. "El mayor ahorro en agua es más que probable que sea contrarrestado por la subida de los costes de limpieza, pulverización, retraso de la plantación y pérdida de rendimientos a consecuencia de los daños de la lluvia en determinados cultivos. No obstante, lo más caro en la plantación es la finca en sí misma. La abundancia de lluvias da lugar a unos suelos más sanos para las próximas temporadas de cultivo", dice Koolhaas.
La dotación de mano de obra también podría ser distinta esta primavera. Si bien Koolhaas señala que el mercado laboral se ha estabilizado en el último año, las lluvias harán que algunos trabajadores tengan que trabajar hasta que el temporal remita. "Pasó a principios de año con los cítricos; los trabajadores se vieron obligados a detener la cosecha hasta que las condiciones permitieran el regreso a los campos", recuerda.
Para más información:
Sarah Hatch
Wells Fargo
sarah.hatch@wellsfargo.com
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