Las frutas turcas lo han tenido difícil para enfrentarse a las condiciones meteorológicas. Sara Aslihan Metin, responsable de ventas de la exportadora turca Göknur, dice que la temperatura en Turquía rebasó los 50 grados centígrados. "Las temperaturas comenzaron a subir en la segunda semana de julio. La sensación térmica se elevó por encima de los 50 °C y se impuso un aire seco y abrasador combinado con la brisa del norte. Hasta la última semana de agosto, las temperaturas se han mantenido en niveles altos y la brisa del norte ha continuado durante semanas, apareciendo de manera recurrente. Aunque el calor es positivo para las plantas anuales, como el girasol, el maíz, el algodón, etc., tiene un efecto más negativo para las frutas".
Se aplicaron varias técnicas para intentar proteger al máximo los cultivos, con diferentes tasas de éxito, explica Metin. "Tratamos de proteger del calor las sandías, los melones, los tomates y demás cubriéndolos con un método de sombra. Los árboles frutales se protegieron con pulverizaciones de arcilla sobre la fruta, aunque la tasa de éxito de los resultados disminuyó al ser tan extremas las temperaturas y la humedad, además de fueron unas condiciones meteorológicas que duraron mucho en la región, combinadas con la brisa del norte. Las fincas y los cultivos que se vieron afectados negativamente por el calor abundan en la región. Con las temperaturas extremas, el contenido de agua de las frutas disminuye y se producen quemaduras en la superficie".
Estas altas temperaturas tuvieron consecuencias en los volúmenes, pero también provocaron que los trabajadores no pudieran llevar a cabo sus tareas, en especial en los campos, afirma Metin. "Las alteraciones fisiológicas provocadas por los dañinos rayos solares y las altas temperaturas provocan pérdidas graves de rendimientos y calidad en la producción agrícola. También ha sido bastante difícil para los trabajadores, en especial entre las 10.00 y las 15.00, trabajar en los campos, porque se volvió imposible por el calor. Por eso, se empezó a trabajar por la tarde y por la noche".
Metin espera que lo peor ya haya quedado atrás y que la situación regrese a la normalidad con el inicio del próximo mes. "Las condiciones meteorológicas tuvieron una mala progresión hasta la última semana de agosto, y esperamos la normalización en septiembre. Desde ahora y hasta la cosecha, dependeremos del riego y la fertilización. Nuestro objetivo es finalizar el mantenimiento y llegar a la cosecha con unos productos con las mejores condiciones de salud posibles. Puesto que el incremento de las temperaturas favorece la sequía, nuestros recursos hídricos se secan, y el consumo de la planta crece porque, con el calor, demanda más agua. Debemos usar el agua de forma controlada. Mantenemos bajo control el consumo de agua con el riego por goteo".
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