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La eficiencia y la rentabilidad desempeñan un papel primordial en la clasificación de patatas

"Eficiencia es una palabra que se repite mucho en la clasificación de patatas", afirma Kees Kelders, responsable de ventas de la firma austriaca Insort, especializada en el desarrollo de tecnología de clasificación a medida para la industria alimentaria. En tono de broma, cita que lo que más atrae a sus clientes es la capacidad de sacar dos kilos de patatas fritas de un kilo de patatas. "Evidentemente, es imposible, pero en el futuro, cuando haya escasez de patatas, la eficiencia tendrá un papel cada vez mayor. Se están construyendo muchas fábricas de patatas fritas y no se puede abastecer a todas por que los productores –en especial en Países Bajos, con las normas en materia de nitrógeno– están tocando techo".

Eso afecta también al proceso de clasificación, según Kees. Una de esas medidas es la norma del 1 de octubre, que exige que las patatas plantadas en suelos arenosos se arranquen antes de esa fecha, so pena de una reducción de la norma de uso de nitrógeno para el año siguiente. Kees prevé que llegarán más patatas que no cumplen con el contenido de materia seca deseado por los procesadores. "Insort puede detectar estas patatas con análisis hiperespectral, lo que permite descartarlas automáticamente. Esa tecnología permite clasificar las patatas a partir de su composición química", explica.

Gestión de costes
Aparte de la eficiencia, la gestión de costes es un factor esencial a la hora de elegir una tecnología de clasificación, advierte Kees. "Es un elemento esencial que pone a prueba el funcionamiento de una clasificadora". Insort ha sustituido por cilindros el uso de aire para expulsar las patatas afectadas. "Resulta muy caro e ineficaz generar aire comprimido", explica, y añade que, además, es ruidoso. "Mientras que la eyección genera 130 decibelios, ahora estamos en torno a los 75 decibelios. Antes había que hacerlo en una nave aparte, pero ahora el personal puede estar junto a la máquina".

Para lograr la eficiencia y reducir costes, automatización es una de las palabras claves en clasificación, y en ella, la inteligencia artificial (IA) cumple una función. "Su uso es la última tecnología que encontramos en el campo de la clasificación. Para los clientes, tiene la gran ventaja de hacer que la clasificación sea más sencilla y mucho más precisa", dice Kees, que observa que la falta de personal en la industria de transformación de la patata es cada vez más importante. "Con la IA, controlar las máquinas es mucho más fácil. De esta manera, podemos programar la clasificadora y el operario no tiene que hacer nada".

La tecnología y los datos brindan una visión de 360º
De esta forma, se prescinde de la necesidad de personal en la máquina. "Con cámaras sobre el producto entrante, el producto rechazado y el producto resultado de la clasificación, podemos ver el producto desde la sala de control o de forma remota. Ya no hay que estar junto a la máquina. Hay muy pocas personas disponibles para dirigir una línea de producción completa, así que no pueden estar paradas junto a cada máquina. Para eso, hace falta una visión de 360º, que se consigue con el uso de nuestra tecnología y los datos que proporciona", asegura Kelders.

Kees subraya que esos flujos de datos también cobran cada vez más importancia. "Los clientes pueden vincular los datos procedentes de la clasificadora con su sistema de información". Destaca que, por ejemplo, la clasificadora analiza cada patata y, además de su relación entre longitud y anchura –el sector de las patatas fritas clasifica cada vez más por longitud–, también se obtienen imágenes de su calibre y del contenido de materia seca, así como de la proporción entre patatas verdes y marrones, y de cuerpos extraños. "Esos datos se comparten con el sistema de información cada dos minutos", explica Kees. Dice que se pueden usar esos flujos de datos para optimizar los rendimientos y averiguar cuáles son las condiciones óptimas de cultivo, como, por ejemplo, suelo o uso de fertilizantes, en especial si se hace un seguimiento más prolongado de los datos.

Defectos graves y leves
No obstante, como señala Kees, los fitosanitarios o, mejor dicho, la menor disponibilidad de ellos, influye en la clasificación. "De nuevo, son más las enfermedades las que están afectando a las patatas. En el proceso de clasificación se puede ver enseguida que ya no se usa un determinado plaguicida contra el gusano del alambre, por ejemplo, De inmediato, las patatas presentan muchos más agujeros". También aquí, la IA le ofrece a Insort una solución. "Podemos utilizarla para enseñarle al software cómo son los agujeros del gusano del alambre para que pueda rechazar las patatas afectadas". La tecnología de clasificación distingue entre defectos graves y leves. "Las patatas que presentan defectos graves van directamente al flujo de procesamiento de biogás", destaca. Las patatas con defectos leves, por el contrario, todavía son aptas para el consumo. "Esas se pelan y regresan a la producción, lo que eleva los rendimientos".

Aunque el sector de las patatas fritas de Europa está creciendo a gran velocidad, Kees cree que acabará convirtiéndose en un mercado de sustitución para Insort. Asia, y en especial China y la India, es donde está el verdadero crecimiento. "Países Bajos, Bélgica y Alemania fabrican patatas fritas con bastante eficacia. Considero que Asia también va a unirse a esa batalla en la próxima década. Allí todavía están acostumbrados a trabajar con personas y, aunque solo les cuesta unos cuantos dólares al día, le vendemos máquinas a China, por ejemplo. Los restaurantes de comida rápida de Asia quieren plantas productoras de patatas fritas sin personal para evitar la contaminación. Las mejoras en eficiencia que hemos logrado con la automatización están llegando también a Asia", concluye Kees.

Para más información:

Insort GmbH
Tel.: +43 3115 21786 0
[email protected]
www.insort.at