Cada vez son más los negocios que intentan dar respuesta a la problemática de los desechos de alimentos que cada año se producen en nuestros campos y en nuestras mesas, pues el 45% de la producción agropecuaria europea acaba en la basura. Es un negocio aún pequeño, pero en auge y que se verá beneficiado por la aprobación de la ley antidesechos y la promoción de los lineales de "segunda mano" en los supermercados.
Los más antiguos conocerán el término "espigar", que según la RAE, es "coger las espigas que caen del rastrojo". En los últimos años, han surgido entidades sin ánimo de lucro que hacen lo mismo, recogen lo que queda en el campo para donarlo a comedores sociales. La más conocida en España es Espigoladors, que cuenta con 3.000 voluntarios y solamente en 2023 recuperó 300.000 kilos de fruta y verdura. Vuelven los espigadores.
La citada ley, que lleva más de dos años en tramitación en las Cortes españolas, busca obligar a los actores de la cadena agroalimentaria a adoptar medidas concretas para reducir el desperdicio alimentario, incluyendo la donación de excedentes a bancos de alimentos y la implementación de planes contra el desperdicio, bajo la amenaza de multas que pueden oscilar entre 2.000 y 500.000 euros para quienes no cumplan.
Además, la ley propone que los supermercados incorporen lineales de "frutas feas", una iniciativa que ya ha sido adoptada por algunos establecimientos en España. Esta medida, junto con la entrada en vigor de la nueva normativa, promete impulsar aún más la labor de los modernos espigadores, ofreciendo una solución sostenible y socialmente responsable al problema del desperdicio alimentario.
Fuente: abc.es