El precio del kilo de patata en los supermercados de España sigue en aumento, registrando un crecimiento del 12% desde enero hasta agosto, un 55% en los últimos cuatro años, y un 66% desde 2016, según datos del INE. A pesar de estos incrementos, el precio que reciben los agricultores por el kilo de patata se mantiene entre 30 y 35 céntimos, mientras que en los supermercados el precio alcanza casi los 2 euros por kilo.
Los agricultores, enfrentados a una situación económica crítica, expresan su frustración ante esta considerable diferencia de precios. Alberto Duque, responsable de la patata en COAG y presidente de la Interprofesional de la Patata de Castilla y León, subraya que la reducción del precio no se ha trasladado al consumidor, lo que considera una gran problemática para el sector. Desde el inicio de la campaña, Duque ha visto cómo el precio de venta de su producción ha disminuido significativamente. "A mediados de julio la vendía en torno a 60 céntimos el kilo, ahora se está pagando a 35 céntimos, y con eso apenas tengo para cubrir lo que me cuesta producirla", explica.
La diferencia entre el precio en origen y el precio final en los supermercados se ha mantenido en torno al 350%, lo que implica que el precio de la patata se incrementa en un 350% desde que sale del campo hasta que llega a los consumidores. Este margen de beneficio no se traduce en una mejora para los agricultores, quienes ven cómo sus ingresos se reducen mientras los precios en los puntos de venta se mantienen elevados.
Además, la competencia de productos importados, como la patata francesa, ha contribuido a la caída de los precios en el mercado nacional, sin que esto se refleje en una disminución del precio para el consumidor final. A esto se suma una mala cosecha, afectada por la falta de lluvias y por el calor, que ha provocado una reducción de al menos el 30% en la producción de patata respecto al año pasado, complicando aún más la situación para los productores locales.
El sector de la patata también enfrenta desafíos debido al descenso del consumo y el cambio en las preferencias de los consumidores, quienes optan cada vez más por productos como la patata congelada o lista para comer, en detrimento de la patata a granel tradicional.
Esta situación pone de manifiesto la necesidad de medidas que garanticen una distribución más equitativa del margen de beneficio a lo largo de la cadena de valor, de manera que los agricultores puedan recibir una remuneración justa por su trabajo y los consumidores accedan a precios razonables.
Fuente: businessinsider.es