La cosecha de patatas en la región marroquí de Dukkala acaba de terminar, pero algunos productores no consiguen obtener precios satisfactorios. Mohsine Yassine, productor local, está desolado: "La crisis está en su peor momento, por no decir más. Me arrepiento de haber plantado patatas este año".
"Lo hemos pasado mal en la producción. Las semillas son demasiado caras, y a eso se une este año la sequía, la falta de agua y los altos costes de producción. Sin embargo, el precio que nos ofrecen al final no cubre ni la mitad de nuestros costes. Es nuestro segundo año consecutivo de pérdidas", añade el productor.
"Los rendimientos siguen siendo buenos, al igual que la calidad. Nuestro problema es la comercialización. Lo estamos intentando todo, llamamos a todas las puertas y vamos a vender al mejor postor", afirma Mohsine.
Los problemas del agricultor llegan en un momento en que los precios al consumidor de los productos frescos en el mercado marroquí están subiendo, lo que pone de relieve la brecha entre los márgenes de la gran distribución y los de los agricultores. Según un reciente informe del Consejo Marroquí de la Competencia, el número de intermediarios entre el productor y el consumidor llega a cuatro, con gran poder para fijar los precios.
Una comisión parlamentaria concluyó en 2023 que el principal factor de la subida de los precios al consumo es el mal funcionamiento de la cadena de distribución y la multiplicidad de intermediarios.
"La próxima temporada estoy pensando en renunciar a las patatas y reconvertir nuestra superficie a los cereales. Y eso si no abandono del todo la agricultura", asegura el productor.
"Sigo confiando en que la temporada mejore y salir de ella con los menores daños posibles. Para la próxima campaña, la necesidad de trigo en el mercado nos da esperanzas", concluye Mohsine.
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Mohsine Yassine
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