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Tolerancia del tomate al cambio climático

Meses de sequía, seguidos de repentinos fenómenos meteorológicos violentos, han puesto en peligro los calendarios de producción de las explotaciones agrícolas. Para hacer frente al cambio climático (entre otras cosas) a escala mundial, la ciencia intenta seguir el ritmo, aportando nuevas soluciones.

Obtener tomates de mayor calidad y más resistentes a las enfermedades emergentes y al cambio climático, junto con herramientas para acelerar la creación de nuevas variedades, es lo que contempla el proyecto Harnesstom, dotado con 8 millones de euros. La iniciativa reúne a 22 socios, entre ellos ENEA, la Universidad de Nápoles Federico II, la Universidad de Tuscia y Semiorto Sementi srl, en Italia, y la agencia estatal española CSIC (coordinadora).

En el marco del proyecto se desarrollaron actividades de investigación (WP, work package) sobre: resistencia frente a las principales enfermedades emergentes; tolerancia del tomate al cambio climático; mejora de la calidad; incremento de la velocidad y eficiencia de la mejora genética para responder a los retos emergentes de forma oportuna y eficaz.

ENEA coordinó las actividades del WP4 sobre el aumento de la velocidad y la eficiencia de la mejora genética y realizó importantes contribuciones a otros WP que incluían la creación de una base de datos europea sobre recursos genéticos y mejora genética del tomate; la mejora de la calidad de las bayas; y los análisis de impacto medioambiental.

"El tomate actual es el resultado de muchos años de selección que han estrechado su base genética", subraya Giovanni Giuliano (en la foto), director de investigación de ENEA y Jefe del WP4 de Harnesstom. "El proyecto combina tradición e innovación, utilizando la mejora clásica para introducir nuevos genes de resistencia y calidad, y nuevas tecnologías genéticas para su mejora. Harnesstom empezó ocho años después de la publicación en Nature del estudio que coordinamos sobre el genoma del tomate. Ahora ese conocimiento se ha traducido en aplicaciones prácticas transferidas a la industria de las semillas, lo que demuestra lo estrecho que es el vínculo entre investigación básica, investigación aplicada y transferencia de tecnología, incluso en sectores clave para nuestra economía como la industria agroalimentaria".

Para más información:
ENEA
[email protected]

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