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El sector estadounidense de la almendra y el pistacho, afectado por los aranceles de represalia

En todo el mundo se habla de los aranceles que EE. UU. ha impuesto a Canadá, México y China, y el sector de las frutas y hortalizas se verá muy afectado. No solo se encarecerán los productos importados, sino que las represalias también provocarán que los productos de exportación estén sujetos a impuestos. Un sector que podría verse muy afectado es el de los frutos secos, ya que los agricultores estadounidenses exportan más del 70% de la cosecha nacional de almendras y el 75% de la de pistachos. China es un gran comprador de estas variedades de frutos secos, ambas incluidas en los aranceles que China anunció el 4 de marzo que aplicaría a los productos estadounidenses como represalia. Según el Servicio Exterior de Agricultura del USDA, Estados Unidos ha exportado 298.000 toneladas de almendras y 328.000 toneladas de pistachos, por valor de 1.220 y 2.300 millones de dólares respectivamente, en los últimos cinco años.

Con el tiempo, el sector de la almendra ha aprendido a sortear los obstáculos en el mercado mundial y se ha centrado en diversificar las exportaciones, según Clarice Turner, presidenta y directora general de la sectorial Almond Board of California. Si bien China era antes el socio comercial número uno de EE. UU. en almendras, ahora es el número cinco debido a un arancel del 55%. Al mismo tiempo, las relaciones con la India y el Reino Unido se han desarrollado más recientemente. "Poner todos los huevos en la misma cesta nunca es sensato", afirma Turner.

En general, se espera que los aranceles tengan graves consecuencias para la agricultura estadounidense. "Nuestros agricultores son la columna vertebral de este país, y necesitan políticas comerciales fuertes y justas que les garanticen que puedan competir en igualdad de condiciones, y no verse atrapados en medio de disputas internacionales", afirma Rob Larew, presidente de National Farmers Union, el sindicato nacional de agricultores. "Ya nos enfrentamos a una gran incertidumbre económica, y estas medidas no hacen sino aumentar la tensión. Las políticas comerciales deben ir acompañadas de protecciones reales y tangibles para los agricultores directamente afectados. Hemos oído que existe una estrategia, ahora necesitamos verla. Las promesas por sí solas no pagarán las facturas ni mantendrán las explotaciones a flote. Sin un plan claro, la agricultura familiar tendrá que soportar una vez más la carga de decisiones que escapan a su control y, en última instancia, también los consumidores. Instamos a la Administración a que colabore con nuestros socios comerciales para evitar más perjuicios a las comunidades rurales".