Detrás del éxito de los relativamente nuevos sectores marroquíes del arándano y el aguacate, se esconde el declive del sector de la fresa, cada vez menos atractivo para los productores. Acharki Abdeslam, director de la Federación Interprofesional de Frutos Rojos de Marruecos (Interproberries Maroc), es inequívoco: "Soy muy pesimista sobre el futuro del sector de la fresa en Marruecos, a pesar de que forma parte de nuestro legado".
El representante de los productores describe un interés decreciente por parte de los cultivadores: "La superficie de fresa en Marruecos ha caído de 3.700 hectáreas en 2022 a 2.300 hectáreas en 2025. La superficie disminuye una temporada tras otra, y no creo que podamos mantener nuestro objetivo de 4.000 hectáreas para 2030, que es el objeto del contrato programa con el Ministerio de Agricultura. Son muchas las razones para esta situación, pero se pueden resumir en una caída de la rentabilidad y el atractivo de otros sectores como la frambuesa, el arándano y el aguacate".
El principal motivo de esta situación es la intensa competencia internacional en el mercado de la fresa, dominado por Egipto. "Las fresas marroquíes son entre un 10% y un 15% más caras que las egipcias. La estrategia egipcia puede justificarse por los menores costes de producción y la prioridad concedida a la entrada de divisas en la economía. Esta estrategia también tiene sus límites, ya que no es sostenible, y nuestros colegas egipcios tendrán que alinearse tarde o temprano con los precios del mercado. Pero mientras tanto, la competencia egipcia ya ha empujado a los productores marroquíes hacia cultivos de mayor valor", explica Acharki.
"Además, la temporada es muy corta: la campaña de la fresa fresca marroquí dura hasta el 31 de marzo. Después de esta fecha, los exportadores marroquíes deben pagar aranceles para exportar a Europa, una protección para la producción nacional europea, por lo que recurrimos a la fresa congelada. Por tanto, solo nos queda una pequeña ventana para las fresas frescas en Europa", prosigue Acharki.
En el plano de la producción, las cosas también son complicadas, advierte. "Observamos un deterioro de la calidad de las plantas de fresa de las principales variedades adoptadas en Marruecos, y su exposición a las enfermedades. Estas plantas son en un 97% de origen español, por lo que es difícil sustituirlas. En cuanto a la mano de obra, también es cada vez más difícil encontrar trabajadores para las fresas, que son más difíciles de recolectar que otras frutas".
Si el sector sigue resistiendo, es sobre todo gracias a sus pequeños productores y a las explotaciones familiares, que, según Acharki, "representan el 75% de la superficie dedicada a la fresa en Marruecos. La disminución de la superficie y de los volúmenes marroquíes les permite obtener mejores precios. El tiempo adverso en España o el aumento de los costes de producción en Egipto también añaden de vez en cuando un parámetro de oportunidad, que permite a los productores y exportadores obtener buenos precios".
"No sabemos qué hacer para salvar el sector, aún le estamos dando vueltas; por otro lado, otras berries están dando unos resultados fantásticos. Los arándanos, por ejemplo, se exportan ya a 56 países, en grandes volúmenes y con condiciones comerciales ventajosas, y la apertura inminente de grandes mercados como China y Japón. Es normal que las fresas no puedan seguir el ritmo de estos resultados".
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