El mercado de exportación aérea de frutas enfrenta retos crecientes, variaciones de peso que alteran la logística, cancelaciones de última hora por demoras en producción y estrictos controles fitosanitarios en destino. Estos factores exigen mayor precisión y coordinación para garantizar la calidad y cumplir con los estándares internacionales.
Denis De Farias Duarte, experto en logística aérea y vicepresidente de desarrollo de carga del aeropuerto de Fráncfort, explica cómo detalles aparentemente mínimos pueden marcar la diferencia entre una exportación exitosa y una carga que nunca despega. Desde el manejo de la fruta en origen hasta las estrictas regulaciones en destino, cada paso cuenta.
"El peso que aparece en el empaque nunca es el final", comenta Denis. Aunque las cajas de fruta puedan indicar 18 kilos, variaciones naturales como frutas con algunos gramos de más o de menos terminan afectando el peso total del pallet. En un embarque aéreo, donde cada kilo cuenta, estos desajustes pueden obligar a reorganizar toda la carga o incluso cancelar una reserva. "Si tenemos un desvío de 15 kilos aquí y otro de 20 allá, en conjunto el avión no puede con tanto", advierte.
Denis, quien trabaja con Fraport AG, cuyo portafolio de empresas abarca cuatro continentes, con actividades en 29 aeropuertos alrededor del mundo incluyendo Lima, Fortaleza o Porto Alegre, destaca que frutas como la papaya, el mango y la pitahaya requieren transporte aéreo por su corta vida útil y delicadeza. "La pitahaya, por ejemplo, no la han podido mandar por barco porque no aguanta. Por eso va en avión", explica.
Uno de los grandes retos logísticos es la incertidumbre en la producción. "Hay veces que cancelan reservas dos o tres horas antes del embarque porque la carga no está lista", señala. Aun cuando los vuelos de carga y pasajeros ofrecen espacio para mercancía, las reglas son claras, si la carga no llega a tiempo, la reserva se pierde. Aun así, el transporte aéreo mantiene cierta flexibilidad con los productos perecederos, siempre que se respeten los protocolos.
En destino, los controles de calidad son rigurosos. En Fráncfort, la carga pasa por análisis de pesticidas y metales pesados. "Si no cumple, la destruyen. Es un riesgo real", afirma Denis. Estos controles, aunque exigentes, buscan proteger la salud pública y garantizar que solo lleguen al consumidor productos aptos.
El aeropuerto de Fráncfort cuenta con el Perishable Center Frankfurt (PCF), una instalación independiente especializada en el manejo de productos perecederos. Este centro, uno de los más grandes y modernos de Europa, permite concentrar frutas, carnes y pescados en un solo punto, optimizando la logística para importadores y distribuidores. Además, se observa una tendencia creciente de nuevos orígenes más cercanos a Europa, como Marruecos y Egipto, quienes están ganando protagonismo en la exportación aérea de cítricos, intensificando la competencia en el mercado.
A futuro, la eficiencia y precisión en el manejo logístico serán clave para el crecimiento del comercio aéreo de frutas. Denis lo resume así: "Conocer todas las partes de la cadena, desde el campo hasta el avión, es lo que hace la diferencia. Porque no es solo tu carga; viaja junto a muchas otras".
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Denis De Farias Duarte
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