Las cifras lo dejan claro: los hogares alemanes compran muchas hortalizas. En 2024, los tomates encabezaban el ranking con 13,6 kg por hogar, seguidos de los pepinos (11,6 kg), las zanahorias (9,8 kg), las cebollas (8,4 kg) y los pimientos (7,7 kg). De entre estos cultivos, tres se cultivan en invernaderos. El clima de Alemania es el principal reto para los agricultores, por lo que los invernaderos son una opción lógica para el cultivo de determinados productos y para evitar la estacionalidad. Sin embargo, a pesar de la demanda constante y de las muchas oportunidades en uno de los mayores mercados de la UE, la producción nacional sigue cubriendo solo una pequeña parte de la demanda. ¿Sería posible para los productores alemanes de invernadero dar un paso adelante y darle un impulso a la autosuficiencia en lo que a cultivos de invernadero se refiere?
"Alemania no es un actor relevante en este ámbito", opina Michael Koch, responsable de horticultura de Agrarmarkt Informations-Gesellschaft (AMI). AMI es un proveedor clave de información sobre el mercado, que ofrece datos y perspectivas para toda la cadena de suministro, desde los productores primarios hasta el retail y el consumidor. "La producción nacional de tomate solo cubre el 12% de la demanda, lo que significa que el 88% procede de importaciones. En el caso de los pepinos, el 10% se cultiva en Alemania y el 90% se importa. Para los pimientos el porcentaje es aún más bajo, con solo un 4% de producción nacional y un 96% importado".
Bandera alemana en los productos
Lo primero que cabe preguntarse es si en el mercado se hace alguna distinción entre productos importados y nacionales para animar a los consumidores alemanes a comprar los de producción nacional. "Los productos alemanes están claramente marcados con una etiqueta. De hecho, a veces a un nivel excesivo. Hay consumidores que buscan específicamente hortalizas de producción local, aunque sean un poco más caras". Al mismo tiempo, este comportamiento choca con la realidad de la situación actual. Michael señala que, con el reciente aumento de los precios de los alimentos y del coste de la vida en general, los consumidores se han vuelto más sensibles a los precios. En otras palabras, para la mayoría de consumidores, al final no importa cuántas o qué etiquetas se pongan en una hortaliza: el precio sigue siendo el principal factor para justificar los hábitos de compra.
Según Michael, hay diferencias entre los consumidores alemanes y, por ejemplo, los británicos. En Reino Unido, es muy probable que una etiqueta con la bandera del país haga que los consumidores se decanten por ese producto, pero en Alemania no hay tantas garantías. "También depende de cómo el retail gestione esta diferencia; de cómo se comercialicen los productos. En Alemania, todo se coloca en los mismos lineales, lo nacional y lo importado. Así que la gente tiende más a decidirse por el precio y no porque en la etiqueta haya una bandera alemana".
Sin embargo, que los consumidores adquieran productos nacionales o importados también sigue pautas estacionales. "Durante los meses de invierno, los productos importados son más caros que en verano", señala Michael. Cuando la producción local y extranjera coinciden, los precios no difieren mucho. "Los pepinos, por ejemplo, costaban 1,80 euros por unidad en enero y febrero y el precio estaba más o menos al mismo precio para el producto nacional y el importado. En el verano de 2024, los consumidores podían comprar pepinos importados por unos 61 céntimos la unidad, mientras que el producto alemán costaba 64 céntimos". Este ejemplo demuestra que, en realidad, no hay grandes diferencias de precios entre los productos nacionales y los importados en ciertas épocas del año. Sin embargo, esto también ocurre a la inversa. "Durante el mes de marzo de este año, se registró una diferencia de precios significativa entre los tomates en rama nacionales y los importados. Los importados se vendían a 2,20 euros el kilo, mientras que los alemanes costaban 3,14 euros el kilo". Así que, aunque la estacionalidad desempeña un papel importante en los precios, también hay ciertos factores específicos para cada cultivo que hacen que los precios suban o bajen.
Las fresas impulsan la adopción de la CEA
Independientemente de los niveles de consumo, hay cultivos de invernadero cuyas producciones cubren un mayor porcentaje de la demanda. "El mercado de la fresa está dividido en dos partes iguales. El 50% son importadas y el otro 50% de producción nacional. Esto se debe sobre todo a que, en Alemania, las fresas siguen considerándose un cultivo de temporada. Hay consumidores que esperan a la llegada de las alemanas, teniendo en cuenta que sigue habiendo un hueco entre la temporada de importación y la alemana. En abril llegan las fresas alemanas, pero antes había fresas españolas y ese cambio se produce en apenas dos semanas".
La fresa es un cultivo que está impulsando la adopción de la agricultura en ambiente controlado (CEA) por parte de los agricultores. De hecho, la producción en campo abierto está disminuyendo, mientras que crece la de invernaderos y túneles de plástico. "Los productores están haciendo esto para mejorar la calidad de los frutos y ofrecer mejores condiciones de trabajo a los empleados, lo que les permite ganar más dinero gracias a unos ciclos de cosecha más cortos". Hay, sin embargo, algunos factores que están frenando el ritmo de adopción de la CEA, y la mano de obra es uno de los principales. En estos momentos, la escasez de mano de obra, unida al aumento de los costes debido a la subida del salario mínimo, que actualmente se está debatiendo aumentar aún más, supone todo un reto para el sector hortícola". Otro factor que frena el crecimiento de la CEA es el aumento del coste del acero y el plástico, necesarios para la construcción de invernaderos y otras instalaciones de este tipo".
A todo esto hay que añadir el habitual aumento de los costes de insumos como fertilizantes, combustibles, etcétera. "Pero también hay un problema con las soluciones para la protección de cultivos", señala Michael. "Alemania tiene una normativa bastante estricta al respecto, y no se permiten muchos productos, a diferencia de otros países de la UE, donde los agricultores tienen a su disposición más soluciones fitosanitarias para defender sus cultivos de plagas y patógenos. Ni que decir tiene que competir con eso limita la competitividad de los productores alemanes. Creo que es necesario establecer un marco normativo unívoco y armonizado en materia de protección de cultivos para todos los agricultores de la UE a fin de igualar las condiciones de competencia para todos". Además de todo esto, hay desafíos relacionados con el cambio climático que están haciendo que estos argumentos sean aún más vigentes. "El año pasado vimos un fuerte aumento del riesgo de enfermedades fúngicas y otros tipos de plagas. En otoño, por ejemplo, los productores de lechugas tuvieron problemas graves debido a una presencia mucho mayor de pulgones, consecuencia de las condiciones meteorológicas y de la falta de soluciones adecuadas para la protección de cultivos. Esto hizo que las grandes cadenas de retail tuvieran que pasarse antes a la lechuga importada, y al final los productores alemanes tuvieron menos oportunidades de comercializar su producto".
Aunque Alemania es el mayor mercado europeo para productos cultivados en invernadero, la mayor parte de estos se importa, y la producción nacional no tendrá apenas opciones de cubrir un porcentaje significativo de la demanda en los próximos años. "En comparación con España o los Países Bajos, el total de hectáreas de cultivo protegido en Alemania es mucho, mucho menor. En 2024, había un total de unas 1.240 hectáreas de cultivos protegidos, con el tomate a la cabeza, con 385 hectáreas. Creo que los próximos 4-5 años será imposible que Alemania se convierta en un gran productor de cultivos de invernadero. Montar una instalación resulta demasiado caro. Hay que encontrar el lugar adecuado, superar el obstáculo de la burocracia alemana, etcétera. Ha habido algunos planes para instalar invernaderos, pero ninguno de ellos se ha materializado, que yo sepa, y aún es una incógnita si lo harán en los próximos años". Sin embargo, puede que el cambio climático le dé un impulso a la autosuficiencia de algunos cultivos, ya que el tiempo podría resultar más favorable para su producción. "Hay oportunidades con los pimientos, y algunos productores han mencionado también las berenjenas, uno de los cultivos con los que podríamos, sin duda, alcanzar una mayor tasa de autosuficiencia. Y quién sabe; si las condiciones meteorológicas mejoran, podría haber incluso oportunidades para el cultivo de melones", concluye Michael.
Este artículo se publicó originalmente en la edición de Primeur de mayo de 2025. Haz clic aquí para acceder a la edición completa
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