Los productores frutícolas del Valle de Río Negro y Neuquén atraviesan un panorama crítico. La poda, una tarea esencial para garantizar la calidad de la fruta, está siendo cancelada, reducida o postergada en muchas explotaciones debido al fuerte aumento de costos, el atraso cambiario y la falta de liquidez que afecta de lleno al sector.
Este año, el costo de podar una hectárea aumentó más de un 50% respecto al ciclo anterior. Incluso en dólares, la suba ronda ese porcentaje, superando los 1.100 dólares por hectárea en el caso de los perales. Una cifra considerada inviable en un contexto donde los precios de la fruta no alcanzan a cubrir los gastos básicos.
"La ecuación es clara: los productores no podrán recuperar el costo de la poda con lo que recibirán una vez que esa fruta llegue a las góndolas", señaló un asesor frutícola consultado por +P. El bajo retorno económico ha llevado a que muchas chacras directamente no realicen la poda este invierno, o lo hagan de manera superficial, con intervenciones mínimas destinadas únicamente a reducir costos.
Sin embargo, esta estrategia de ajuste tiene un alto precio: la calidad de la fruta. Las podas livianas provocan un deterioro en tamaño, forma y condición, lo que reduce el valor comercial de la pera y compromete la competitividad en mercados nacionales e internacionales. Se trata de un círculo vicioso que agrava aún más la situación: al ahorrar en poda, cae la calidad; con menor calidad, se pagan peores precios, y se profundiza la crisis.
"Hoy estamos pagando más de 1.100 dólares por hectárea para podar, cuando hace apenas unos años ese valor rondaba los 400 dólares", remarcó la misma fuente, reflejando el fuerte salto de costos en esta única tarea.
La situación también ha obligado a muchas empresas a devolver las chacras arrendadas, sobre todo aquellas de baja productividad o superficie reducida. Este fenómeno refleja la falta de rentabilidad del negocio y anticipa una contracción de la superficie cultivada que podría traer consecuencias estructurales en el mediano plazo.
A este escenario se suma otro golpe: el aumento proyectado de las tarifas eléctricas durante el invierno. Con subas por encima de la inflación, se prevé un fuerte impacto en productores que dependen de la energía para el riego o la conservación en frío. En este contexto, la prioridad ya no es invertir, sino simplemente sobrevivir.
Fuente: lmneuquen.com