El tablero de juego del comercio internacional se ha visto sacudido por la subida de los aranceles de Trump, unido a la inestabilidad en la zona del mar Rojo y el omnipresente efecto del cambio climático.
La logística intenta superar los imprevistos y, además, debe hacerse más sostenible. Cada vez se apuesta más por el producto de proximidad, que no encuentra los problemas de la logística de ultramar. Uno de los ejemplos es la fruta del Pacífico, que ha de cruzar el canal de Panamá, cuyo funcionamiento ahora se ve retrasado por los efectos de la sequía.
El puerto de Róterdam siempre ha sido un punto de entrada favorito para el fresco. Es posible que, tras la subida de aranceles de EE. UU., se esté dirigiendo más cítrico a Europa, afectando el tráfico normal del puerto. El de Valencia está viendo las exportaciones de kaki y cítrico reducidas porque la presión de los terceros países abarata el precio de estos productos y a los agricultores se les complica la rentabilidad.
La subida repentina de aranceles por parte de EE. UU. ha desubicado a los exportadores, ya que se firman acuerdos con varios meses de antelación y es posible que una subida como la de los aranceles provoque el fin de muchos de estos acuerdos. Es posible, que las mercancías se redirijan al puerto de Róterdam y se llegue a retrasar la actividad normal de este.
Un paso estratégico del comercio internacional es el canal de Suez. Tras el accidente del buque Evergreen, se restituyó la normalidad. Sin embargo, con los ataques de piratas, el tráfico ha descendido mucho. Eso significa una pérdida de beneficio importante para Egipto. Como alternativa, las navieras tomaron la ruta por el cabo de Buena Esperanza, pero no es una solución sostenible ya que se aumenta el tránsito en dos semanas.
Los vaivenes de la geopolítica y la economía afectan notablemente al tráfico marítimo, que aumenta sus fletes para intentar paliar los efectos y seguir ofreciendo un óptimo servicio. Aun así, en el horizonte se vislumbra un creciente transporte de mercancías por tren en lugar de camión, con el apoyo del corredor Mediterráneo, y el fomento de los cultivos en territorio nacional de las frutas que ahora se traen desde ultramar, como el aguacate de Málaga, la pitaya de Murcia o el kiwi de Galicia.