Explorar el terreno. Así describe Machiel Boons, de la correduría holandesa Uienradar, el papel que desempeña su empresa dentro del sector cebollero. "Estamos constantemente atentos a la evolución del mercado. Con esa información actualizada, orientamos a los agricultores: a veces a través de canales digitales, pero muchas veces también de forma presencial, directamente en las fincas. Creemos firmemente que la transparencia debe ser la base de cualquier acuerdo comercial, y nos gusta aportar nuestro granito de arena para que así sea", asegura.
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En el norte y el este de los Países Bajos, cuatro socios regionales se encargan de seguir de cerca la actividad de los productores, mientras que Boons se mantiene en contacto directo con las empresas envasadoras y comercializadoras. "Nuestra área de trabajo abarca desde Holanda Septentrional hasta Groninga y, desde allí, atravesando la zona oriental, llegamos hasta el sur de Limburgo", explica.
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Una de las herramientas clave para mantener ese contacto fluido con los agricultores es WhatsApp. "No solo envío información de mercado en tiempo real, también lanzo peticiones concretas cuando necesitamos un calibre o color específico. Y durante la campaña, voy informando del estado del cultivo en las distintas zonas del país", comenta. Esta combinación de tecnología y trato humano permite que los agricultores estén bien informados y puedan tomar decisiones de venta con mayor criterio.
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La empresa actúa exclusivamente como intermediaria, sin comprar producto por cuenta propia, lo que garantiza una transparencia total. Los productores saben exactamente qué pagan los compradores, y viceversa. Esa claridad resulta especialmente valiosa en un sector donde muchos operadores comercian por su cuenta y no siempre comparten información clave.
Gracias a su papel neutral, Uienradar ha tejido una red sólida y goza de una visión clara del mercado, ofreciendo datos fiables sobre oferta, demanda y precios. Sus servicios son utilizados tanto por grandes productores como por agricultores más modestos.
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En cuanto a la campaña actual, Boons se muestra moderadamente optimista. "Ya hemos pesado los primeros lotes, y en los suelos arenosos la merma ha sido menor que el año pasado. Además, la calidad parece bastante buena", señala. Aun así, advierte algunos detalles a tener en cuenta: "En las tierras más pesadas hemos detectado algo más de Fusarium de lo habitual, aunque nada que ver con lo vivido el año pasado, cuando las bacterias causaron verdaderos estragos. Entonces, al final de la campaña, la humedad penetró por los cuellos abiertos de las cebollas, y eso fue un desastre", señala.
La ola de calor lo cambió todo
La última semana de agosto, con temperaturas excepcionalmente altas, supuso un punto de inflexión. "Por miedo a los daños del sol, nadie se atrevió a cosechar durante esos días. Además, el calor interrumpió el crecimiento en muchas parcelas. Las cebollas más tempranas ya estaban bien formadas y apenas sufrieron, pero las más tardías sí se vieron claramente afectadas. De no haber sido por esa semana crítica, los rendimientos habrían sido aún más altos", concluye Boons.
Para más información:
Machiel Boons
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Tel.: +31 (0)6 41669970 (Países Bajos)
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