El cultivo más emblemático de la comarca de A Limia llega al final de la campaña 2025 con un balance complicado. Las lluvias intensas del inicio del año retrasaron la siembra, y las posteriores olas de calor, con temperaturas que superaron los 40 °C, quemaron los brotes jóvenes y agravaron la sequía hasta bien entrado octubre.
En estos últimos días del mes, los productores se apresuran a levantar las últimas parcelas de patata destinadas a la industria, principalmente de la variedad Agria, aunque también se extienden otras como Rumba o Donata, de ciclo más largo. Son precisamente estas variedades las que más han acusado las pérdidas.
El Instituto Ourensano de Desarrollo Económico (Inorde) señala que la heterogeneidad en el campo ha sido muy elevada, con rendimientos que van de más de 50.000 kilos por hectárea en los mejores casos (Donata y Agria) a tan solo 20.000 kilos por hectárea en las zonas más afectadas.
"El grado de germinación fue deficiente en muchos casos", explica Servando Álvarez, director técnico del Inorde. La combinación de lluvias persistentes en invierno y primavera obligó a retrasar las fechas de plantación y a aplicar procesos de desgerminación para conservar la semilla, que "llegó al terreno en un estado lejos del óptimo".
Una vez plantada, la patata sufrió las consecuencias de un verano extremo: "Las temperaturas por encima de los 40 grados quemaron los brotes recién formados y retrasaron aún más la nascencia; en muchos casos, sobre todo en suelos arenosos, ni siquiera llegó a producirse", añade Álvarez.
El resultado ha sido una reducción media de la producción del 30% en la comarca. Si en un año normal A Limia produce unos 120 millones de kilos, este año la cifra se quedará en torno a 80 millones, según las estimaciones del Inorde.
Otro de los inconvenientes ha sido la falta de maduración de los tubérculos, con pieles mal formadas que dificultan el almacenamiento.
A las dificultades agronómicas se suma la caída de los precios. El kilo de patata Agria o de las variedades industriales se paga entre 12 y 15 céntimos, cifras que no cubren los costes de producción. El incremento del precio de las semillas, fertilizantes, fitosanitarios, carburantes y mano de obra, así como la competencia de la patata extranjera, han dejado a muchos agricultores sin margen.
En contraste, la variedad Kennebec, también característica de la comarca, ha dado la sorpresa del año. Según el Inorde, las producciones han alcanzado con facilidad los 40.000 kilos por hectárea de producto comercializable.
Desde la Indicación Geográfica Protegida (IXP) Pataca de Galicia confirman que el 70% de las 400 hectáreas registradas en A Limia ya están recogidas, con rendimientos medios de entre 38.000 y 40.000 kilos por hectárea en regadío.
Fuente: laregion.es