El ajo peruano atraviesa un momento de auge. Con una campaña exportadora que comenzó en septiembre y cifras que superan ampliamente las del año anterior, el país se consolida entre los diez principales proveedores mundiales de este producto, destacando especialmente por la calidad del ajo morado.
Según los últimos registros del sector, entre enero y septiembre las exportaciones peruanas alcanzaron 7.657 toneladas, valoradas en 18 millones de dólares, lo que supone un incremento del 222% en volumen y del 339% en valor frente al mismo periodo de 2024. El precio promedio también se elevó hasta 2,33 dólares por kilo, un 36% más que en la campaña previa.
La región de Arequipa concentra alrededor del 60% de la producción nacional, con los valles de Majes, Tambo y Pedregal como principales zonas productivas. En la provincia de Caylloma, el distrito de Huanca se ha consolidado como epicentro del cultivo, con rendimientos que superan las 10 toneladas por hectárea, impulsados por una eficiente gestión del agua y la incorporación de tecnología agrícola. Otras zonas, como San Román (Puno), han emergido con fuerza, alcanzando rendimientos incluso mayores y orientando sus envíos al mercado brasileño, que demanda cerca de 60 toneladas mensuales.
La variedad predominante en el país es el ajo morado chino, que ha reemplazado progresivamente al tradicional napurí por su mayor productividad y versatilidad comercial. Prácticamente toda la producción nacional destinada al exterior se exporta en formato fresco, aunque el sector busca avanzar hacia productos de mayor valor agregado, como ajo negro, prepelado o extractos industriales.
Las perspectivas a corto plazo son positivas. El calendario de cosecha peruano —que va de septiembre a febrero— le permite aprovechar la ventana contraestacional respecto al hemisferio norte, compitiendo directamente con China durante los meses de mayor demanda. Sin embargo, el país aún enfrenta desafíos estructurales: la dependencia de pocos mercados, principalmente México, los altos costos logísticos y una productividad por hectárea inferior a la de los líderes mundiales.
Para mantener su crecimiento, los especialistas señalan la necesidad de diversificar destinos —con especial atención a Estados Unidos, la Unión Europea y el Reino Unido— y fortalecer la logística de exportación, invirtiendo en contenedores refrigerados y contratos de transporte a largo plazo que reduzcan los riesgos asociados al flete y a las demoras.
A nivel interno, el fortalecimiento del sector pasa por mejorar la infraestructura de riego tecnificado, especialmente en Arequipa, y promover iniciativas de diferenciación, como una eventual denominación de origen para el ajo de Huanca, que permitiría posicionar el producto en segmentos premium.
De consolidarse estos avances, Perú podría dejar de ser visto únicamente como un proveedor contraestacional para convertirse en una fuente estable y confiable de ajo de alta calidad, capaz de competir con la oferta china y ganar espacio en los mercados internacionales más exigentes.
Fuente: freshfruit.pe