Después de más de diez años marcados por la enfermedad del enverdecimiento (Huanglongbing o HLB), la citricultura de Honduras comienza a mostrar signos claros de recuperación. La mejora se refleja tanto en el incremento de la producción como en la apertura de nuevos destinos de exportación, especialmente hacia el Caribe.
Los productores del departamento de Colón han logrado recuperar parte de la superficie cultivada y diversificar sus mercados. Además de mantener envíos hacia El Salvador y Guatemala, el sector ha comenzado a exportar fruta a Martinica y Guadalupe, un avance que marca un nuevo hito en la reactivación de la actividad.
Actualmente, el país cuenta con unas 14.500 manzanas cultivadas y una producción anual cercana a 130 toneladas, aún por debajo de los niveles previos al brote del HLB, cuando se registraban entre 220 y 250 toneladas métricas y unas 22.000 manzanas productivas. Sin embargo, los avances recientes confirman una tendencia positiva.
El Manejo Integrado de Plagas (MIP) se ha convertido en una herramienta esencial para sostener la producción en el valle del Aguán, donde se concentra buena parte del cultivo. Este sistema permite controlar enfermedades como el Huanglongbing, la tristeza de los cítricos, la melanosis, la costra y la fumagina.
El HLB —provocado por la bacteria Candidatus Liberibacter spp. y transmitido por el insecto Diaphorina citri Kuwayama— causa el amarillamiento de las hojas, deformación de los frutos y la muerte progresiva de los árboles, reduciendo severamente la productividad.
En Honduras, la FAO registró los primeros casos en septiembre de 2009, confirmados por el laboratorio del USDA-APHIS a partir de muestras enviadas por el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria (Senasa). Desde entonces, instituciones públicas y privadas, como la Fundación Hondureña de Investigación Agrícola (Fhia), han desarrollado programas de mitigación, capacitación técnica, vigilancia fitosanitaria y uso de plantas certificadas libres de patógenos.
El impacto inicial del HLB provocó la pérdida de miles de árboles y una fuerte reducción del área productiva. No obstante, la organización de los citricultores, en especial los de Sonaguera, junto con el acompañamiento técnico y la introducción de variedades más resistentes, ha permitido recuperar paulatinamente las plantaciones.
A estos esfuerzos se suman el uso de biofertilizantes, la tecnología de monitoreo de plagas y la diversificación de productos, como jugos naturales, aceites esenciales y cáscaras deshidratadas, que aportan valor agregado y fortalecen la competitividad.
La Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG) impulsa además un sistema de gestión de riesgo fitosanitario para anticipar problemas y optimizar las prácticas agronómicas, con el objetivo de consolidar una citricultura sostenible.
Para los agricultores de Colón, esta recuperación no solo representa un alivio económico, sino también un símbolo de resistencia.
Fuente: laprensa.hn