Tom, un piloto que quedó en tierra durante el confinamiento, se volcó en la agricultura como pasatiempo terapéutico. Animó también a su amiga Lucy, quien se ha decantado por el cultivo de flores y tiene pensado cultivar las flores para su boda. Este hobby les aportó una alegría inesperada, tanto que Tom decidió celebrar el éxito de su cosecha de calabacines tatuándose esta hortaliza.
Esta divertida incursión en la horticultura también dio origen a una costumbre vecinal que consiste en regalar de forma anónima el excedente de la cosecha, que se deja en la puerta del receptor del obsequio.