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Descubren un sistema inmunológico para las plantas de tomate

Un equipo de científicos de la Universidad de Sheffield (Reino Unido), en el que se encuentran integradas las investigadoras españolas Ana López y Estrella Luna, ha descubierto un sistema inmunológico aplicable a las tomateras, según indica el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC).

El estudio, coordinado por Jurriaan Ton desde el mismo centro y en el que también colabora un investigador de la Universidad Jaume I (Castellón), muestra algunos de los complejos mecanismos que están detrás de las defensas vegetales, habiéndose publicado en la revista Nature Chemical Biology.

Aunque el trabajo se ha realizado sobre plantas de Arabidopsis, los científicos han demostrado que los resultados obtenidos son directamente aplicables a las tomateras. Se trata de la obtención de ejemplares mutantes que se benefician sólo de los aspectos positivos (aumento de defensas) de la aplicación de ácido beta aminobutírico (BABA).

Las investigadoras señalan que las plantas presentan un sistema inmunológico mayoritariamente innato, ya que cuentan con las mismas defensas desde su nacimiento, aunque los estímulos que reciben durante su vida —como la adición de compuestos químicos— pueden moldearlo.

El trabajo se ha centrado en ver cómo actúa una proteína de la herbácea Arabidopsis thaliana cuando se le suministra BABA, una sustancia que estimula su sistema inmune, pero que en dosis altas reduce su crecimiento.

La proteína se denomina IBI1 y funciona como receptor de BABA, aunque también como inductor de ARN de transferencia (ARNt), que, a su vez, por una serie de procesos intermedios, acaba limitando el desarrollo de la planta.

El hallazgo de este receptor ha llevado a descubrir que sus dos efectos están controlados por distintas rutas de señalización, aclaran las científicas, lo que abre la puerta a nuevas estrategias para separar la parte beneficiosa (aumentar las defensas de la planta) de las adversas (reducir su crecimiento).

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores modificaron genéticamente algunos ejemplares de Arabidopsis para que fueran deficientes en la proteína IBI1. Así, aun con la presencia de BABA, los mutantes no eran resistentes a los patógenos.

Luna y López explican que la administración de cantidades elevadas de BABA sobreexcita el sistema inmune de las plantas, lo que origina un estrés celular que obstaculiza su crecimiento. Por su parte, el ARNt acciona una ruta de señalización de ese estrés mediada por otra proteína, la quinasa GCN2.

Los investigadores han comprobado que las plantas mutadas sin esta proteína activan sus defensas y no reducen su crecimiento, justo las dos características que se persiguen.

La percepción de BABA por parte de las tomateras es similar al mecanismo descrito para Arabidopsis, por lo que los resultados obtenidos son directamente aplicables a estas plantas.


Fuente: hortoinfo.es
Fecha de publicación:

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