Se trata de la primera prueba en humanos de una banana modificada genéticamente para contener mayores niveles de beta-caroteno, el nutriente que nuestro organismo convierte en vitamina A. Los investigadores quieren confirmar que consumir el fruto lleva, efectivamente, a aumentar los niveles de vitamina A en la sangre de los voluntarios.
Quizá los voluntarios de Iowa no se den cuenta, pero están desempeñando un pequeño papel en una historia que se extiende por todo el mundo.
James Dale, investigador en la Universidad Tecnológica de Queensland en Brisbane, Australia, dirigió el esfuerzo científico para crear estas bananas con fondos de la Fundación Bill y Melinda Gates. Los investigadores insertaron los nuevos genes en su laboratorio de Brisbane, cultivaron los árboles en una estación de campo en la costa noreste de Australia, cosecharon la fruta, la congelaron y la enviaron a Iowa. Debido a que están modificadas genéticamente, las bananas requirieron de permisos especiales del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos para entrar en el país.
Se trata de bananas de cocinar, comunes en África, normalmente consumidas al vapor o fritas. Y ese es el destino de las bananas, si todo va bien. Están pensadas para Uganda, donde las bananas son un alimento básico y muchas personas sufren deficiencia de vitamina A.
No obstante, si tenemos en cuenta lo ocurrido con otros cultivos "bioenriquecidos", esta banana se enfrenta a un camino sembrado de obstáculos e incertidumbre.
Probablemente, la prueba de Iowa no genere similar controversia. Sin embargo, Wendy White, la investigadora de la Universidad Estatal de Iowa que dirige el proyecto, es reacia a hablar del tema. Según ella, desvelar los detalles del estudio podría impedirle publicar los hallazgos en una revista científica revisada por otros expertos.
Aunque, como se espera, el experimento de Iowa confirme que el beta-caroteno de las bananas aumenta, efectivamente, los niveles de vitamina A en las muestras de sangre de los voluntarios, eso no significa que la "superbanana" sea realmente la solución al problema de deficiencia de vitamina A en Uganda.
Sigue habiendo muchos obstáculos legislativos y prácticos. Para que la banana tuviera algún efecto, los Gobiernos tendrían que aprobarla, los agricultores tendrían que cultivarla y habría que persuadir a la gente para consumir bananas naranjas.
Incluso si todo esto ocurriera, los beneficios de consumir bananas con alto contenido de beta-caroteno en una aldea africana real es probable que fueran sutiles. Ese efecto "es algo muy difícil de medir", afirma Erick Boy, especialista en nutrición en el Instituto Internacional de Investigación de Políticas Alimentarias. Boy trabaja en una iniciativa llamada Harvest Plus, que pretende crear cultivos bioenriquecidos mediante la obtención tradicional.
Michael Grusak, especialista en la calidad nutricional de los alimentos en el Servicio de Investigación Agrícola del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, está convencido de que los cultivos con niveles nutricionales más elevados valen la pena el esfuerzo, incluso si sus efectos son difíciles de medir. "Sabemos que las personas no están recibiendo suficientes" nutrientes esenciales, como vitamina A y hierro, según dice. "Hay que aportarles más y esperar lo mejor".
Fuente: npr.org