"La helada afectó a los valles y llanuras de distintas formas y con especial dureza a los avellanos jóvenes recién plantados. Los ápices o porciones distales de los brotes se han visto comprometidos por las temperaturas de hasta -2,5 °C, que la literatura señala como el umbral mínimo que pueden soportar los árboles en esta fase de desarrollo. El umbral mínimo podría no haber afectado a las inflorescencias gracias al grosor de las paredes vegetales", explica Claudio Sonnati, técnico de Agrion para el cultivo de avellanas.
La lluvia que cayó tras la helada y el incremento relativo de la humedad puede favorecer el desarrollo de fuego bacteriano (Xanthomonas campestris pv. corylina).
"Todas las situaciones que determinan el estrés fisiológico debido a fenómenos atmosféricos adversos (heladas o granizos) reducen la actividad vegetativa de los avellanos, así que es mejor esperar unos días a que la actividad fotosintética se recupere antes de intervenir", explica Maria Corte, técnico de Agrion para el cultivo de avellanas.
En árboles en producción, cualquier tipo de fertilización (foliar o para el suelo) aplicada a los árboles afectados en esta fase de cuajado inicial estimula la fase vegetativa y podría provocar abortos de flor.