En el sur de Moldavia, no lejos de la frontera rumana, se cultivan uvas con las que se producen unos vinos excelentes, aunque apenas conocidos en Europa occidental. También Terra Vitis tiene un viñedo de tamaño considerable en esta parte del país y a principios de septiembre, la semana anterior al paso de la borrasca Boris, la empresa ya había sacado al mercado 180 toneladas de uvas de mesa blancas tempranas y empezó a cosechar la variedad Moldova, una uva de mesa negra y dulce originaria de Moldavia. "Suministramos las uvas de vinificación a varias bodegas en los alrededores, mientras que las uvas de mesa se exportan principalmente a Rumanía, Polonia y el Reino Unido", comenta el fundador y director Petru Mihov.
En 2002, cuando Petru fundó Terra Vitis, ya tenía varios años de experiencia en agricultura. Y es que en los últimos años de la era soviética, Petru fue gerente de cultivo del sovkhoz en Burlacu, su pueblo natal. Esta granja estatal colectiva, en la que trabajaban 3.000 personas, abarcaba 5.000 hectáreas. Además de uvas de vino, se producían cereales y se criaba ganado.
Decididos a quedarse
A principios de los 90, tras la independencia de Moldavia y la vuelta al libre mercado, se privatizaron todas las granjas estatales y se asignó a cada familia una parcela de tierra de igual tamaño. Petru, con la ventaja de su experiencia adquirida en el sovkhoz, se lanzó a crear una empresa agrícola, entonces de 300 hectáreas, que con el paso de los años se ha ido ampliando a 2.000 hectáreas. En 2024, solo 1.700 personas siguen viviendo en Burlacu, ya que casi la mitad se ha marchado a la capital o al extranjero en busca de mejores oportunidades. Petru, su hijo Dumitru y su nuera Varvara, sin embargo, están decididos a quedarse. El negocio va bien, y su sueño, en la estela de la empresa, es devolver poco a poco al pueblo la vitalidad de antaño.
"Para saber si hay que regar y cuánto, hemos colocado sensores en el suelo a 30 y 60 cm", dice Dumitru.
Uvas de regadío y de secano: una gran diferencia
El campo de uvas de mesa de Terra Vitis ocupa 40 hectáreas y produce unas 700 toneladas al año. En la zona de regadío pueden cosecharse hasta 35 toneladas por hectárea, mientras que en la zona de secano el rendimiento es tres veces inferior. "Seguimos añadiendo sistemas de riego y mallas antigranizo. Pero eso, por supuesto, es costoso, unos 50.000 euros por hectárea. Para saber si hay que regar y cuánto, hemos colocado sensores en el suelo a 30 y 60 cm", explica Dumitru.
Se cultivan uvas Cubani, Dunav, Arcadia y Prezentabil, pero la variedad principal es Moldova, una uva autóctona negra con semillas que prospera en el clima meridional del país y cuyo sabor puede competir con el de las mejores uvas del mundo.
Dumitru muestra dos variedades de uvas de mesa que la empresa está probando en sus parcelas experimentales.
Prueba de muchas variedades
"Sabemos que el mercado demanda sobre todo uvas apirenas y por ello hemos hablado con empresas obtentoras de uvas sin semillas, pero sospecho que aún no es el momento de cultivarlas en Moldavia", dice Petru. "Además, algunas variedades sin semillas no se adaptarían a nuestros fríos inviernos. La renovación varietal es más fácil en manzanas y ciruelas, pero eso no nos detiene. Estamos probando no menos de 197 variedades, incluidas algunas sin semillas. La mayoría son de origen moldavo, ucraniano, ruso y búlgaro, variedades con mayor adaptación a nuestras condiciones de cultivo".
"Para ampliar nuestra gama, estamos buscando, en colaboración con una institución de investigación moldava, variedades económicamente viables. Eso implica tener en cuenta multitud de factores, como el vigor de la planta, la resistencia al cracking, la productividad, la compacidad de la baya, el sabor, las preferencias del mercado y la ventana de comercialización. La uva ucraniana Livia es una buena opción, al igual que la Alvika, que, incluso sin mallas antilluvia, tiende a no agrietarse. Nos gustan mucho las uvas Velika y Sofía de Bulgaria, además de la uva a la que primero llamamos 'Dedos de Bruja', luego 'Gotas Dulces' o 'Dedos Graciosos' (Funny Fingers), para no asustar demasiado al público objetivo: los niños", explica Petru.
La uva Moldova consigue mejores precios
Aun así, por ahora, la uva Moldova sigue siendo la variedad más rentable. "Las oscilaciones entre las temperaturas diurnas y nocturnas son grandes en nuestra región, que hace que la calidad del sabor de esta uva oscura sea innegable. La ventana de comercialización es otra ventaja. La recolección comienza el 1 de septiembre, y como esta uva se puede conservar en cámaras frigoríficas de tres a seis meses, la comercialización continúa hasta el mes de febrero. Si bien Rusia y Bielorrusia solían ser nuestros principales mercados, ahora nos centramos en Polonia y Rumanía. El único problema de esta uva es que no está en el segmento de precios altos. A mi parecer, es una cuestión de reputación. Pero la demanda ha aumentado mucho en los últimos tres años, al igual que los precios, de unos 0,60 a 1,40 euros por kilo".
En las instalaciones de envasado, que incluyen dos zonas de preenfriamiento y cámaras de almacenamiento para 600 toneladas, las cajas de madera con forro interior de plástico para proteger las uvas se apilan ordenadamente. Se utilizan cajas IFCO para envíos al retail rumano, donde las uvas se reenvasan una vez llegadas a destino.
Uvas Funny Fingers.
Fruta de pepita y cerezas
A principios de septiembre, Terra Vitis envasa también peras de la variedad Rx12-47, similar a la pera Lucas. Este cultivar, que se puede comer blando o duro, ya que duro no tiene rastro de amargor, se vende en el mercado local y en Rumanía. Las variedades Xania y Vastovocinaia completan la cosecha, qu,e de media, alcanza unas 500 toneladas. Aunque también tienen 10 hectáreas de manzanas, Petru afirma que el sur del país no puede competir con el norte, donde las condiciones de cultivo de manzanas son mucho mejores.
Las cerezas, en cambio, sí prosperan en el sur, que tiene un clima ligeramente más cálido, aunque Terra Vitis se centra en las variedades extratempranas y tempranas. "No tenemos Kordia ni Regina, pero sí Bigarreau Burlat, Rocket, Techlovan, Grace Star y Taina. Nuestra cosecha empieza el 29 de mayo. Y aunque estamos bien equipados con mallas para hacer frente a las lluvias y al granizo, este año tuvimos la suerte de poder recoger las cerezas antes de que llegaran las fuertes lluvias que dañaron las variedades más tardías que crecen en el centro del país. Producimos unas 200 toneladas al año y, esta temporada, nuestras cerezas han llegado a Polonia, Rumanía y el Reino Unido", explica Dumitru.
La mano de obra es el mayor coste
A pesar de los veranos cada vez más secos y calurosos, los retos de Terra Vitis no residen tanto en la disponibilidad de agua –la empresa dispone de varios embalses de unos 10.000 m³ que se rellenan, en invierno, con el agua de un río cercano– sino, más bien, en la disponibilidad de mano de obra. "Empleamos a 150 personas todo el año, pero necesitamos más mano de obra durante la cosecha. Los cultivos herbáceos, que cubren 1.800 hectáreas, son atendidos por solo 15 personas, pero la fruticultura está mucho menos mecanizada. Con casi un tercio del total, la mano de obra es el mayor coste en nuestra empresa. Intentamos invertir en maquinaria siempre que sea posible, también porque cada vez es más difícil encontrar mano de obra cualificada. Es posible que en el futuro tengamos que traer temporeros de otros países", admite Petru.
Y, aunque la fruticultura requiere más mano de obra, es ligeramente más rentable que el cultivo de herbáceos. "Además, estoy orgulloso de poder ofrecer trabajo a la gente del pueblo y de los alrededores. Yo nací aquí y he vivido aquí toda mi vida. Me siento unido a este pueblo", concluye este empresario, que también organiza partidos de fútbol para sus empleados, quiere dotar a la iglesia del pueblo de un campanario y está orgulloso del escudo de armas que diseñó para su pueblo.
La versatilidad de Petru queda, además, patente en el hecho de que también gestiona un rebaño de 450 vacas y 600 ovejas. De hecho, Moldavia debía de ser conocida por su sabrosa carne ya en la antigüedad, porque hace unos años se desenterró en los terrenos de Terra Vitis un ánfora griega intacta. El Museo Nacional analizó la reliquia y dató su origen en el 360 a. C., procedente de Heraklion. Por aquel entonces, los griegos comerciaban con los nómadas que vagaban por el norte del mar Negro. Había un intercambio de productos como aceite y vino embotellado de origen griego por carne ofrecida por los nómadas. Hoy en día, sin embargo, los moldavos ya no necesitan importar vino griego, ya que su propio vino no es nada inferior al de otros países vitivinícolas.
Dumitru y Petru sostienen una réplica del ánfora griega que encontraron en sus tierras.
Terra Vitis cuenta con las certificaciones GlobalGAP y GRASP y estará presente en la próxima edición de Fruit Attraction en Madrid, en el stand de la organización sectorial Moldova Fruct (stand 10D18).
Para más información:
Varvara Mihov (director de ventas)
Terra Vitis Ltd
Burlacu (Cahul) – Moldavia
Móvil: +373 608 10 215
[email protected]