Aunque técnicamente se clasifican como frutas, los tomates siguen siendo una de las verduras más importadas por Estados Unidos, a menudo solo por detrás los aguacates. Esta dinámica comercial está siendo objeto de escrutinio, pues la administración Trump está redoblando su empeño para limitar las importaciones. Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, los tomates importados son vitales para tener disponibilidad de producto durante todo el año y contribuyen a la economía a través de las ventas y la generación de empleo. Las restricciones a las importaciones ponen en peligro estos beneficios económicos, dado que la producción nacional no puede satisfacer la demanda.
El asunto del tomate se remonta a la década de 1990, cuando el crecimiento de las importaciones mexicanas de este producto llevó a los productores estadounidenses a solicitar una investigación por dumping, una práctica contraria a las normas de la Organización Mundial del Comercio. El Departamento de Comercio de los Estados Unidos y la Comisión de Comercio Internacional de los Estados Unidos iniciaron una investigación antidumping para determinar si las importaciones estaban por debajo del valor de mercado.
El Departamento de Comercio concluyó que los productores mexicanos estaban practicando dumping, pero llegó a un acuerdo para fijar precios mínimos, lo que dio lugar a acuerdos de suspensión a partir de 1996. Estos acuerdos se mantuvieron, y el último se promulgó en 2019. Sin embargo, en abril de 2025, el Departamento de Comercio anunció su retirada del acuerdo, con la intención de imponer un arancel del 21% a partir de julio.
La incertidumbre radica en quién asumirá los costes del arancel: los consumidores estadounidenses o los exportadores mexicanos. Se espera que la medida favorezca a los productores estadounidenses, situados principalmente en Florida y California, pero podría perjudicar a los distribuidores, mayoristas, retailers y consumidores que dependen de la disponibilidad de tomates durante todo el año.
Este conflicto se refiere específicamente a los tomates frescos, a diferencia de los tomates procesados que se utilizan en pastas y conservas. Desde la entrada en vigor del TLCAN en 1994, la producción nacional de Estados Unidos ha disminuido, mientras que las importaciones se han duplicado con respecto a los niveles anteriores al TLCAN en 2023. Los mexicanos suministran la mayor parte de los tomates frescos que se encuentran en los supermercados estadounidenses.
Cabe destacar que, entre 1995 y 2024, los precios de importación del tomate mexicano aumentaron de 31 a 74 centavos por libra. A pesar de los menores costes de producción en México, los precios en Estados Unidos no han disminuido. Restringir las importaciones podría beneficiar a los productores estadounidenses al aumentar los precios internos, lo que repercutiría en la economía en general. Estas importaciones generan actualmente más de 8.000 millones de dólares en impacto económico y aproximadamente 47.000 puestos de trabajo.
Fuente: The Conversation