En un país a menudo aclamado como la cuna de la viticultura —donde los banquetes suntuosos son motivo de orgullo— no es de extrañar que la agricultura y la horticultura produzcan una abundancia de deliciosos manjares. De hecho, algunos creen que el propio nombre del país tiene su origen en la agricultura; "Georgia" en griego antiguo se traduce como "agricultura". Sin embargo, también circulan otras teorías, como el término árabe-persa Gurjistan, que significa "tierra de lobos", o un posible vínculo con el patrón del país, San Jorge.
Sea cual sea el origen del nombre, los fértiles suelos y la diversidad de zonas climáticas de Georgia —desde subtropicales y mediterráneas a lo largo de la costa del mar Negro, hasta alpinas en las montañas y continentales en el este— crean las condiciones ideales para cultivar una gran variedad de frutas y hortalizas. Entre ellas figuran cultivos de invernadero y tubérculos, así como uvas, arándanos, mandarinas, frutas de hueso, frutas de pepita y diversos frutos secos.
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Frutería de Tiflis donde se vende churchkhela, un aperitivo tradicional georgiano parecido a un caramelo que se prepara sumergiendo frutos secos unidos por un hilo en zumo de uva espesado y desecado.
En la actualidad, Georgia es un importador neto de hortalizas. Aunque las exportaciones tanto de hortalizas como de frutas siguen siendo relativamente modestas, el potencial de crecimiento del país en el sector hortofrutícola es significativo, como demuestran las tendencias al alza observadas en los últimos años. Salvo que se indique lo contrario, las cifras que figuran a continuación se basan en datos de la Oficina Nacional de Estadística de Georgia (Geostat).
Hortalizas
En 2024, Georgia exportó hortalizas por valor de 19 millones de dólares, un 42% más que en 2023. Las importaciones, por su parte, alcanzaron los 71 millones de dólares, un 17% más. Las hortalizas georgianas se enviaron a 15 países, con Rusia a la cabeza (38%), seguida de los vecinos Azerbaiyán y Armenia (43%) y Ucrania (15%). Las exportaciones a la UE fueron casi insignificantes, con solo el 1,5% del total.
En términos absolutos, las exportaciones de hortalizas siguen siendo modestas. A título comparativo: Grecia, que tiene aproximadamente el doble de tamaño que Georgia y el triple de población, exportó hortalizas por valor de 210 millones de dólares, diez veces más (fuente: European Statistical Handbook 2024, tipo de cambio medio de 2024). Las importaciones de hortalizas de Georgia proceden principalmente de Turquía, Irán y los países de la CEI (antiguas repúblicas soviéticas como Kazajistán y Uzbekistán).
Frutas
Las exportaciones de frutas ascendieron a 236 millones de dólares en 2024, lo que supone un aumento interanual del 14%. Las importaciones se situaron en 143 millones de dólares, un 40% más. Georgia importó fruta de 60 países, con Ecuador (bananas), Turquía, Estados Unidos, Irán y varios países de la CEI como principales proveedores. Los Países Bajos (principalmente como centro de tránsito) representaron el 5% del suministro exterior de fruta de Georgia, mientras que otros países de la UE aportaron colectivamente una cuota similar.
Las frutas y frutos secos georgianos se exportaron a 58 países, de los cuales Rusia se llevó la mayor parte (42%), seguida de los países de la UE (29%, sobre todo Italia, España, Alemania, Francia y Polonia) y la vecina Armenia (11%). A modo de comparación: en el mismo año, Grecia exportó fruta por valor de 1.300 millones de euros (1.400 millones de dólares), seis veces más que Georgia.
En los últimos años, el cultivo de hortalizas en Georgia ha experimentado un ligero descenso, mientras que la producción de frutas y frutos secos se ha disparado. En 2024, el mercado de exportación de frutas y frutos secos estaba impulsado por los siguientes productos y destinos clave:
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Aunque la mayor parte de la fruta georgiana sigue destinándose a Rusia, los exportadores buscan cada vez más oportunidades en el mercado europeo. Según la plataforma de noticias EastFruit, los elevados riesgos logísticos, la incoherencia de los procedimientos aduaneros, la falta de garantías legales y la volatilidad del mercado ruso empujan a los exportadores a mirar hacia Occidente. Cuando los precios son comparables, la mayor transparencia del mercado, la previsibilidad jurídica y el menor riesgo de impago de la UE pueden inclinar la balanza a su favor.
Dicho esto, exportar a la UE conlleva sus propios retos: la larga distancia, las estrictas normas impuestas por las cadenas de supermercados y los volúmenes de producción relativamente pequeños, que dificultan la entrada en el sector del retail. Para superar estos obstáculos, el sector frutícola georgiano deberá profesionalizarse y consolidarse aún más. Una mayor cooperación entre productores y exportadores —posiblemente mediante la formación de cooperativas— podría ser clave para liberar ese potencial.