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El aguacate gallego busca abrirse camino como nuevo cultivo emergente

El consumo de aguacate se ha disparado en los últimos años en España. Sin embargo, la dependencia de las importaciones es casi total: cerca del 99% procede de Latinoamérica. Esa realidad plantea problemas de sostenibilidad, tanto por la presión sobre la biodiversidad y el elevado consumo de agua como por las condiciones laborales en las zonas productoras.

En Galicia, algunos productores empiezan a ver una oportunidad para cultivar este fruto en condiciones que, según los expertos, son favorables en áreas concretas de la comunidad. "Funciona en Rías Baixas, en el área del Miño o en Betanzos, donde hay un microclima propicio. No se podría dar en zonas como Lugo", explica el ingeniero agrónomo Manolo Calvo, especialista en la plantación de aguacateros.

El Ministerio de Agricultura estima en unas 30 hectáreas la superficie actual de cultivo en Galicia, aunque Calvo eleva esa cifra a cerca de medio centenar, repartidas en menos de una docena de fincas. Se trata todavía de un sector incipiente, con un horizonte de desarrollo lento: desde la plantación hasta la plena producción pueden pasar entre cinco y ocho años. A ello se suma la estructura minifundista gallega, que dificulta la disponibilidad de grandes extensiones de terreno.

Los defensores del aguacate gallego destacan la ventaja de un producto fresco frente a los importados, que pueden tardar hasta casi un mes en llegar a los lineales europeos. "Aquí la disponibilidad de agua y las condiciones atlánticas permiten un fruto con mejor sabor y textura", apunta Calvo.

En otras zonas productoras de España, como Andalucía o el Levante, la producción ya está consolidada, aunque con un elevado consumo hídrico.

El precio será uno de los factores decisivos. En Latinoamérica los costes de mano de obra son menores, además de existir fitosanitarios más baratos y prohibidos en Europa desde hace décadas. A ello se suma la burocracia, que encarece la producción en España. "A nivel de seguridad alimentaria no hay comparación", matiza Calvo.

Pese a estos retos, algunos agricultores gallegos ya han dado el paso. Juan Carlos Pérez, pionero en la zona de Arousa, cultiva una hectárea con la que obtiene hasta 5.000 kilos anuales. Vende su producción en cooperativa a unos tres euros el kilo. "Tenemos un hueco porque recolectamos entre diciembre y marzo, cuando los países exportadores reducen su oferta", señala.

Pérez defiende que la clave no está en ampliar superficie, sino en cuidar la existente: "Menos y mejor cuidado que más y desatendido". En su caso, el aguacate gallego presenta, según afirma, un mayor contenido en grasa vegetal y materia seca, lo que le confiere un sabor superior.

Fuente: farodevigo.es

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