En términos generales, ha sido un buen año para el comercio de la piña, pero no exento de obstáculos. Lo cuenta Gregorio Pagni, responsable de la histórica empresa familiar Alimentari Ortofrutticoli ABC, que hace balance de un mercado en evolución entre la sostenibilidad, la logística y las nuevas dinámicas mundiales.
"Hasta ahora, 2025 ha sido un buen año en términos de precios", explica Pagni. "Los valores medios se han mantenido sostenibles, lo que nos permite trabajar con equilibrio". Una estabilidad que, sin embargo, tuvo que contar con una irregular continuidad de la oferta y algunos momentos de ralentización del consumo en el mercado italiano. "La oferta fue ligeramente inferior a la demanda y esto aportó mayor equilibrio al comercio, aunque con fluctuaciones debidas a la estacionalidad y a los retrasos logísticos".
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Gregorio Pagni.
El mercado aguantó hasta finales de octubre, cuando los retrasos en los envíos y la caída del consumo hicieron que los precios bajaran en pocos días. "El precio bajó entre 3 y 4 euros por paquete en 10 días. Nos espera un mes de noviembre complejo", pronostica Pagni, que explica que el sector atraviesa una fase de transición de cara a las fiestas. "Preveo una Navidad con volúmenes controlados. La ventana navideña se acorta cada vez más, y tenemos que planificar con inteligencia, centrándonos en los clientes fieles y en la continuidad más que en el margen".
La causa primaria de la menor disponibilidad hay que buscarla en Costa Rica, principal origen para Italia. Durante el año se produjo una "importante floración natural", un fenómeno agronómico al que sigue fisiológicamente una caída de la producción. La caída fue "particularmente intensa" y fue el principal motor de la escasez de producto en el mercado mundial. Un segundo elemento crítico fue la fuerte presión competitiva de otros mercados internacionales. Países con gran capacidad de gasto, como Estados Unidos, Rusia y algunos mercados de Oriente Medio, ejercieron una demanda sostenida pagando "precios significativos". Esta dinámica desvió importantes volúmenes que de otro modo se habrían destinado a Europa, situándola como un destino comercialmente menos atractivo.
Otra incidencia importante provino del sector de los zumos. "La escasez de zumo de naranja llevó a muchos transformadores a recurrir al zumo de piña. Los procesadores ofrecieron precios muy altos por la materia prima en Costa Rica, absorbiendo no solo la fruta más madura —y, por tanto, inadecuada para la exportación—, sino también los calibres más pequeños. Esto le restó más volúmenes a la exportación de fruta fresca, lo que contribuyó a sostener los precios". A todo ello se sumó el factor climático, con fuertes lluvias que limitaron tanto la plantación en 2024 como la recolección. "Ahora mismo, los volúmenes están volviendo a niveles más regulares, pero la gestión sigue siendo delicada".
Importar piñas se está convirtiendo en un trabajo complejo
"El trabajo del importador de piñas ya no es fácil: ha pasado de ser una función puramente transaccional a una compleja gestión del riesgo; exige un análisis constante de los indicadores macroeconómicos mundiales, del comportamiento de los mercados competidores y de las previsiones de producción relacionadas con el clima. También exige unas relaciones sólidas con los productores", subraya Pagni.
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En el frente varietal, la MD2 sigue siendo la variedad de referencia, aunque algunos operadores miran con curiosidad las alternativas africanas. "Por ahora las estamos estudiando, pero aún no nos planteamos importarlas", aclara Pagni. También es relevante el tema del producto sin corona, destinado principalmente a la cuarta gama y a la transformación. "Es una piña más cara, porque exige mayores estándares de calidad y pesa más. Estados Unidos está pagando cantidades importantes, y esto le resta volúmenes a Europa".
De cara al futuro, Pagni aboga por una reflexión más amplia y compartida sobre la sostenibilidad económica de toda la cadena de suministro de la piña, una cuestión que, en su opinión, no puede seguir posponiéndose. "El mercado debe comprender que necesita una cadena de abastecimiento sostenible", subraya el operador, señalando que la resistencia del sector no puede basarse en lógicas de precios a la baja. "Los costes de producción, transporte y gestión no han dejado de aumentar en los últimos años, mientras que el valor reconocido al producto final a menudo ya no refleja la complejidad del trabajo que hay detrás".
Pagni explica que el precio de la piña debe reflejar una mayor concienciación a lo largo de toda la cadena comercial, empezando por los productores de los países de origen y terminando por la distribución europea. "No podemos seguir pensando en la piña como una fruta reclamo a 0,99 euros. Es un modelo obsoleto que ya no cubre los costes reales de producción, ni los relacionados con la logística, la calidad y la sostenibilidad medioambiental".
Un punto determinante, según el operador, es el del papel de la distribución moderna, llamada a desempeñar una función activa para reconocer el valor del producto y trasladarlo al consumidor. "El minorista debe adaptarse y acompañar esta transición, explicando por qué la piña cuesta más y qué significa pagar el precio justo por ella. Detrás de cada fruta hay miles de kilómetros, rigurosos controles, un manipulado cuidadoso y un frágil equilibrio comercial que hay que respetar".
"En este sentido, la sostenibilidad no es solo medioambiental, sino también social y económica. Un producto de calidad debe pagarse por lo que vale", concluye Pagni.
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