Las continuas lluvias caídas en el Peloponeso en las últimas semanas han impedido terminar la cosecha de batatas griegas. "Deberíamos haber terminado el 15 de octubre, pero con las repetidas lluvias, que según las previsiones continuarán durante bastante tiempo, es posible que no terminemos hasta diciembre. Aún nos quedan 20 hectáreas por cosechar, pero una vez que deja de llover, tardamos unos diez días en poder empezar la recolección. Si mientras tanto vuelve a llover, empezamos a contar los días desde cero", explica Panagiotis Georgoulis, propietario de Georgoulis Fruit, de Ciparisia.
Según aclara, la lluvia no afecta a la calidad de la cosecha, pero sí repercute en los costes: "La calidad del producto no se ve afectada, pero sale embarrado y necesita más lavados para estar listo. Todo esto supone mayores costes de maquinaria y mano de obra, que es difícil de encontrar. Vemos que las pérdidas en el campo no superan el 20%, y con los precios al productor del producto clasificado a 0,60-0,70 euros el kilo, yo diría que es aceptable, sobre todo si como productor has sacado 28 toneladas por hectárea. Este año, los rendimientos oscilaron entre 25 y 30 toneladas".
© Georgoulis Fruit
El exportador griego entrega algunas cantidades al mercado nacional, pero la mayor parte de su producción es absorbida por una importante cadena de supermercados extranjera. Georgoulis observa un aumento significativo de la demanda año tras año: "Para nosotros, la demanda es prácticamente estable a lo largo del año porque casi todo el producto lo compra un cliente concreto con arreglo a un programa fijo. Sin embargo, cada año aumenta el interés por las batatas. Solo este cliente nos compró un 110% más de batatas en 2025 que en 2024, incluso habiendo batatas egipcias".
"Por supuesto, esto no significa que las batatas egipcias no ejerzan presión sobre nuestros precios. Tenemos que ajustar nuestros costes. Aun así, las batatas griegas se valoran como producto de calidad y se cultivan sin productos químicos, de forma ecológica. Incluso para la fertilización, solo utilizamos abonos orgánicos y en cantidades mínimas, 200 kilos por hectárea".
© Georgoulis Fruit
Sin embargo, el cultivo en Ciparisia presenta dificultades. "Nuestra mayor preocupación es la calidad y disponibilidad del agua. Los pozos suministran agua con una conductividad elevada, y nos han cortado el suministro del embalse cercano. Esto no nos permite ejecutar nuestros planes con seguridad. Queremos aumentar nuestras cantidades. Ya cultivamos batatas en 70 hectáreas y les compramos productos a nuestros socios, que cultivan en total otras 50 hectáreas. Pero también buscamos colaboraciones en nuevas zonas con nuevos productores. En los próximos cuatro años, la cadena de supermercados con la que trabajamos nos ha pedido que le entreguemos 5.000 toneladas de producto", concluye Georgoulis.
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