Castilla y León se ha consolidado como el principal polo productor de zanahoria de industria en España, con una contribución del 47% a la producción nacional, según el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACyL). La región también destaca en otros cultivos, aportando el 37% de la patata y el 52% del puerro. Este liderazgo se sustenta en superficies concentradas en comarcas de regadío, una industria de lavado, calibrado y envasado desarrollada, y un tejido de agricultores adaptado a nuevas normativas, enfermedades emergentes y demandas de mercado.
Los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación reflejan la estabilidad del cultivo. En 2020, Castilla y León contaba con 2.769 hectáreas de zanahoria en regadío, con una producción de 189.014 toneladas. En 2021, la superficie ascendió a 2.982 hectáreas y la producción a 207.459 toneladas. En 2022, según el Anuario Estadístico 2023, la superficie se situó en 2.683 hectáreas, con 169.954 toneladas producidas y un rendimiento medio de 63.345 kilos por hectárea. Valladolid y Segovia concentran más de la mitad de la superficie, seguidas por Ávila, Salamanca, Soria y Zamora.
El Carracillo, entre el norte de Segovia y el sureste de Valladolid, es el núcleo principal de la producción. Empresas como Verduras y Hortalizas Cándido Muñoz, en Carbonero el Mayor, integran cultivo, lavado, calibrado, envasado y comercialización. La empresa obtiene parte de la producción de agricultores locales y complementa su actividad con zanahoria de otras regiones españolas, especialmente Andalucía, en primavera. Según su responsable, David Muñoz, la zanahoria representa más del 60% de la facturación de la firma.
El éxito del cultivo se atribuye a las condiciones de suelo y clima. Los terrenos arenosos permiten raíces rectas y homogéneas y facilitan la mecanización, mientras que el clima continental de la Meseta, con veranos largos y noches frescas, asegura buena productividad. La protección frente a heladas mediante coberturas y plásticos y la planificación de siembras y arranques permiten alargar la campaña y adaptarse a la industria y distribución.
La gestión del suelo y la sanidad vegetal se apoya en la rotación de cultivos, alternando zanahoria con cereales o maíz, y en el control de enfermedades emergentes. Estudios de ITACyL sobre la bacteria Candidatus Liberibacter solanacearum y su vector, la psila Bactericera trigonica, han permitido definir estrategias de control mediante inspección de semilla, monitoreo de insectos, tratamientos fitosanitarios selectivos y aprovechamiento de enemigos naturales.
La mecanización ha evolucionado en sembradoras, arrancadoras y líneas de lavado, junto con sistemas de calibrado por tamaño y color, cámaras de frío y líneas de envasado. La producción se distribuye principalmente a la gran distribución española y a mercados centrales, aunque también mantiene presencia en mercados tradicionales. La calidad del producto regional es un factor clave para competir tanto a nivel nacional como internacional.
Fuente: diariodevalladolid.es