Tras el anuncio este verano de Del Monte Foods de que cerraría varias plantas conserveras como parte de su declaración de concurso de acreedores, los efectos de esa decisión siguen repercutiendo en todo el sector. Especialmente después de la abundante cosecha de peras del noroeste del Pacífico de este otoño.
"Esta decisión ha afectado a muchos productores de la región. La noticia llegó en junio, y la cosecha empezó poco después, así que los productores tuvieron muy poco tiempo para adaptar sus planes para la próxima temporada", explica William Gant, de CMI Orchards, LLC.
© CMI Orchards, LLC
El papel de las conserveras
Históricamente, los contratos con las conserveras han servido para dar salida a la fruta que no alcanza el tamaño adecuado o que no cumple los requisitos del retail. Sin esa salida, los productores pierden de repente un mercado fiable para una parte significativa de su cosecha, sobre todo teniendo en cuenta que el calibre apto para la transformación no es fácil de colocar en el mercado de frescos, donde retailers y consumidores esperan una fruta más grande y uniforme.
"Como resultado, los productores se enfrentaron a algunas decisiones difíciles al final de la temporada en cuanto a cómo dar salida a la fruta que antes tenía un destino garantizado", dice Gant. "Aunque el sector ha colaborado para absorber parte de este volumen en canales frescos y puntos de procesado alternativos, el momento y la magnitud del cierre plantearon verdaderos retos. A largo plazo, la pérdida de capacidad de la industria conservara regional subraya la importancia de la innovación continua, la diversificación del mercado y las alianzas fuertes con el retail para garantizar la viabilidad de los productores y mantener la estabilidad dentro de la categoría de peras".
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