La Noche de los Cítricos, celebrada el 27 de noviembre en el Hotel Zenit Sevilla, reunió a productores, comercializadores, industria, entidades financieras y especialistas para evaluar una campaña marcada por precios hundidos, escasez de fruta, falta de mano de obra, presión de las importaciones y un consumo que no despega. El debate, moderado por Alberto Grimaldi, subdirector de Diario de Sevilla, evidenció un sector tensionado, pero con margen de mejora si avanza en eficiencia y logra reordenar precios.
Los participantes coincidieron en que la campaña ha estado condicionada por una drástica reducción de la oferta —se mencionó una caída cercana al 30% respecto a un año normal— y por rendimientos muy bajos, en algunos casos entre 15.000 y 20.000 kilos por hectárea. Aunque se han pagado hasta 1,20 €/kg de naranja cargada en camión, ese precio no se ha traducido en un flujo estable de ventas.
La industria del zumo apenas ha tenido suministro, ya que el poco volumen disponible se ha orientado al fresco. Además, se recordó que fijarse solo en el precio por kilo puede llevar a engaño: la merma de productividad y el aumento de costes han reducido la rentabilidad real para el agricultor.
Cristóbal Pérez, responsable de Compras de J. García Carrión, subrayó que depender del destrío del fresco genera fuertes oscilaciones: "años con falta de naranja y otros con exceso". Defendió contratos a largo plazo y precios pactados para asegurar rentabilidad y evitar crisis cíclicas.
En cuanto a la naranja para industria, se mencionaron precios de 0,25 €/kg "sobre camión", considerados razonables si cubren costes. Las variaciones extremas de campaña a campaña —de 0,03 a 0,40 €/kg— fueron señaladas como uno de los principales problemas de la cadena.
La campaña de mandarina combinó un inicio con precios altos, operaciones en torno a 0,70 €/kg y, después, un desplome que llevó a algunos operadores a intentar recomprar acuerdos a 0,20 €/kg. Hubo fruta sin salida y desvíos masivos a la industria, especialmente de variedades tempranas.
Los ponentes alertaron de que el consumidor no distingue entre variedades y que la coexistencia de tipos que "no las quiere nadie" con otras muy demandadas genera fuertes desequilibrios.
El descenso del consumo doméstico fue otro punto crítico. Se señaló que la cuota de naranja dentro del total de fruta habría pasado del 13% a alrededor del 8,5%. Aunque el gasto en fruta aumenta, los cítricos no están logrando captar ese crecimiento. Se apuntó a cambios de hábito y a la falta de formatos más cómodos, ya que "nadie pela una naranja en su casa; todo el mundo se hace un zumo".
Se criticó la lentitud administrativa, especialmente en cambios de uso de explotaciones que pueden tardar hasta dos años. Sobre la Ley de la Cadena, se valoró positivamente el contrato por escrito y el plazo máximo de pago, aunque persisten dudas sobre la aplicación de los costes efectivos.
Desde Cajamar se destacó el apoyo a infraestructuras de riego, la transferencia de conocimiento y los proyectos de sostenibilidad.
El mensaje final fue de continuidad y esfuerzo. Como resumió Cristóbal Pérez: "Hay que seguir trabajando; yo creo que la naranja tiene futuro".
Fuente: diariodesevilla.es