"Si estamos aquí reunidos es por la guerra agrícola que se está gestando", declaró la ministra francesa de Agricultura, Annie Genevard, en la inauguración de las Conferencias sobre la soberanía alimentaria, en las que se hace un llamamiento a un "gran despertar". ¿Cuál es el objetivo? Elaborar un plan de producción a 10 años para "recuperar nuestra soberanía alimentaria". Los sindicatos agrícolas, en su mayoría, denuncian que esto no es más que una operación de comunicación. El Gobierno también ha querido implicar a los ciudadanos en el proceso abriendo una consulta en la plataforma Agora hasta el 31 de diciembre.
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Conferencias previstas en la ley de orientación agrícola de marzo de 2025
"La guerra contra la agricultura amenaza cada día más y es hora de actuar", declaró la ministra, haciendo referencia a los acontecimientos mundiales actuales. "La guerra entre ejércitos trae consigo la guerra en los campos": aumento de los aranceles, impuestos, etc., a lo que se añade el endurecimiento de las condiciones de producción "sequías sin precedentes, inundaciones violentas, estrés hídrico, nuevas plagas. [...] Por ello, todas las grandes potencias ya están inscribiendo su agricultura en estrategias globales y voluntaristas", tomando el ejemplo de Estados Unidos, "que aumenta las subvenciones a la producción y consolida su liderazgo en maíz".
Y mientras la balanza comercial agrícola francesa podría ser deficitaria en 2025, por primera vez en casi 50 años, la ministra enumeró los "cambios fundamentales" que amenazan a la agricultura francesa, encabezados por "la erosión" de sus "factores de producción". En los próximos 10 años, "uno de cada dos trabajadores agrícolas se jubilará". A ello se añade la volatilidad de los precios, unida a una guerra de precios que "conduce inevitablemente a una degradación de la remuneración de los productores". Se suma también la carga de unos costes estructuralmente elevados (insumos, energía, adaptación al clima, normas reglamentarias, etc.) "que están minando los ingresos de los agricultores". Y, por último, el cambio climático, "que cambiará considerablemente la faz de la agricultura francesa". Todas estas presiones "se pueden ver en un indicador: ¡nuestros platos! 1 de cada 2 frutas y verduras consumidas en Francia es importada, 1 de cada 2 pollos, el 60% de la miel, la mitad de la carne de ovino, el 80% de los productos pesqueros...".
Ante esta situación, el Gobierno ha puesto en marcha las Conferencias sobre la soberanía alimentaria (previstas en la ley de orientación agrícola (LOA) aprobada en marzo de este año), que pretenden "fomentar una reflexión colectiva que lleve a rediseñar nuestros paisajes y nuestro mapa productivo en los próximos 10 años".
Grupos de trabajo sectoriales
Estas conferencias, que se desarrollarán a lo largo de varios meses, reunirán a toda la cadena alimentaria: agricultores, transformadores, distribuidores, organizaciones profesionales e interprofesionales, así como socios institucionales. Tendrán lugar a dos niveles (nacional y regional) y se organizarán sector por sector: grandes cultivos, ganadería bovina y ovina, carnes blancas, viticultura, frutas y hortalizas, pesca y acuicultura. Bajo los auspicios de FranceAgriMer, más de 200 profesionales se movilizarán en grupos de trabajo "multisectoriales" encargados de elaborar un inventario de la situación actual y "establecer una estrategia para construir una producción coherente y viable en los próximos diez años". A nivel regional, el prefecto regional será el encargado de aplicar el plan. Se espera un primer informe de situación en febrero, durante el próximo Salón de la Agricultura, donde se presentarán las primeras conclusiones. El Gobierno ha confiado a Ludovic Spiers, antiguo director general de Agrial, la tarea de coordinación general. Todo el proceso deberá culminar en el verano de 2026, con una gran conferencia nacional que "marcará el lanzamiento oficial de una estrategia de soberanía alimentaria".
La FNSEA participará en los trabajos, pero no en lo que califica de "operación de comunicación"
En un comunicado de prensa, el sindicato mayoritario de agricultores, FNSEA, indica que "reafirma su compromiso de participar plenamente en los grupos de trabajo, donde hará oír la voz de los agricultores y su visión de la soberanía basada en la producción, la competitividad y el arraigo territorial", pero se sorprende "por la forma que se ha dado al acto de lanzamiento anunciado en Rungis. Este acto, organizado a principios de semana, cuando los dirigentes agrícolas están en sus explotaciones o movilizados por sus compromisos locales, se asemeja más a una operación de comunicación que a un momento de trabajo compartido. [...] Por todas estas razones, y en concertación con las demás organizaciones profesionales agrícolas, la FNSEA no participará en esta operación de comunicación".
"Un desprecio total por la profesión", según Coordination rurale
Coordination rurale, por su parte, había anunciado que no participaría en los grupos de trabajo, afirmando que este "gran despertar alimentario" era un desprecio total por la profesión. "En un momento en que se habla de una posible guerra, no tenemos reservas de alimentos y no tendríamos los medios para ser autosuficientes. [...] Tras los grandes debates y las reuniones repetitivas, inútiles porque no iban seguidas de ninguna reforma concreta, ¡el "gran despertar alimentario" de hoy demuestra un desprecio total por la profesión! No es el momento de debates, sino de un despertar político para llevar a cabo una reforma estructural completa". El sindicato reclama con urgencia "la suspensión del marco reglamentario y la introducción de medidas proteccionistas para salvar a los agricultores con escudos energéticos, fiscales y sociales".
"No podemos participar en esta mascarada del 'gran despertar alimentario'"
Confédération paysanne también había indicado que no participaría en "la misa mayor del 8 de diciembre". "La aprobación forzosa de la ley Duplomb es emblemática del atropello por parte de este Gobierno de la esencia misma de la soberanía alimentaria", declaró en su comunicado de prensa. La organización espera "acciones concretas, empezando por el no de Francia al acuerdo UE-Mercosur". "En lugar de desfilar por Rungis, la ministra de Agricultura debería volar a Bucarest para convencer a Rumanía (sobre Mercosur), lo que le daría una minoría de bloqueo tal y como están las cosas. Estamos a su disposición para pagarle el billete de avión si es necesario".