© Vaalbos TrustDoscientos milímetros de lluvia han caído en la finca Vaalbos Trust, a las afueras de Marble Hall, en el valle de Loskop (Limpopo), desde el comienzo de la cosecha de uva en la segunda semana de noviembre.
Los cítricos son la principal fuente de ingresos de la explotación, pero cuando empieza la recolección de uva, los cítricos quedan ya muy lejos. El arranque ha sido complicado: lluvia en la zona de producción y, a 1.600 km, viento en el puerto de Ciudad del Cabo, que perdió el equivalente a dieciséis días de operación debido al viento durante el mes de noviembre.
"Hemos exportado realmente poco de lo que hemos recogido esta temporada", dice Jaco Britz, responsable de uva de mesa de la explotación. "Quizá tan solo un 30%, y hemos enviado el resto al mercado nacional. Es lo contrario de lo que nos gustaría: normalmente aspiramos a exportar el 70% de nuestras uvas".
Todo lo que han conseguido exportar ha ido a parar a Europa. A nivel local, abastecen a las tiendas Spar a través de Freshworld, así como a los mercados municipales de Pretoria, Johannesburgo y Springs.
A pesar de los escollos, la región productora de uva del norte en su conjunto sigue centrada predominantemente en la exportación.
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"El desarrollo del azúcar en las uvas ha sido más lento. Es como si se desarrollara y luego llegara a un punto en el que se estanca", explica Britz. "Ha sido más difícil arrancar con las uvas que otros años".
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Los niveles de precios han estado deprimidos desde el principio, señala el experto, tanto en el mercado nacional, donde las uvas importadas tiraban a la baja cuando empezaban la cosecha, como en el mercado de exportación, lo que resulta desconcertante, dice, cuando uno oye que la cosecha de uva en Perú se retrasa. "Un exportador me dijo que el comercio con Europa arrancó con precios de tres a cuatro euros [por caja que contiene diez tarrinas] por debajo de lo habitual".
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