La mandarina peruana, especialmente en sus variedades tardías, lidera las exportaciones citrícolas del país. Le siguen la lima Tahití y la naranja Valencia, muy valorada para jugo. Aunque Perú solo exporta el 17% de su producción de cítricos y representa menos del 1% de la producción global, su potencial de crecimiento es enorme, gracias a un agro cada vez más tecnificado, productores experimentados y miles de hectáreas por cultivar.
La historia del cítrico en Perú se remonta a los primeros tiempos coloniales. "Ya en los Comentarios Reales de Garcilaso de la Vega se hablaba de la naranja agria", recuerda Sergio del Castillo Valderrama, gerente general de ProCitrus, la Asociación de Productores de Cítricos del Perú. Durante el siglo XX, la estrella del cultivo fue la naranja Washington Navel, que dominó hasta los años 50, cuando el virus de la tristeza acabó con las plantaciones. Lejos de detenerse, los agricultores peruanos optaron por un giro decisivo: pasaron a cultivar mandarinas. Así empezó la especialización que define hoy al sector citrícola del país.
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Sergio del Castillo Valderrama, gerente general de ProCitrus.
Una asociación que nació del fracaso
En los años 90, con la liberalización del mercado de tierras tras la nueva Constitución de 1993, se consolidó el auge agroexportador peruano. Muchos expropiados por la reforma agraria de los años 70 recompraron sus tierras y optaron por cultivos de alto valor como cítricos, uvas y paltas. Pero el inicio en la exportación de cítricos no fue fácil. "Los primeros embarques llegaron mal, a veces con fruta podrida. No se ganó nada", confiesa Del Castillo. Fue entonces que, en 1998, se creó ProCitrus. "Una de las primeras tareas fue capacitar intensamente en cosecha y poscosecha, porque la parte agronómica ya la conocíamos bien".
Hoy, ProCitrus agrupa a unas 150 empresas, de las cuales 130 son productoras y 20 plantas procesadoras. De media, cada productor gestiona 60 hectáreas. Un dato revelador: hace 20 años, el 90% usaba riego por inundación; hoy, el 98% de los campos asociados cuenta con riego tecnificado. Actualmente, Perú cuenta con unas 80.000 hectáreas cultivadas con cítricos. De ellas, entre 32.000 y 33.000 están dedicadas a naranja (principalmente Valencia, en la selva), 25.000 a limas y limones (sobre todo la Sutil), y 22.000 a mandarinas, el producto estrella en exportación.
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Mandarina: la reina del cítrico peruano
El 75% de las exportaciones cítricas peruanas son mandarinas, que se dividen en tres grupos según su calendario: las tempranas (Satsuma, Primosole y Nova en marzo y abril), las de media estación (las Clementinas en mayo y junio) y las tardías (W. Murcott, Nadorcott, Tango, Orri y Malvasio, de junio a agosto).
"Las tardías son las que más se exportan. La W. Murcott y la Tango juntas suman casi la mitad de los envíos", explica Del Castillo. Las nuevas variedades tardías —sin semillas y de mayor valor— están reemplazando progresivamente a las mandarinas tempranas y las variedades tardías antiguas. "Lo que se busca es tener fruta desde febrero hasta agosto, para repartir mejor el trabajo y aprovechar mejor el mercado", explica Del Castillo. "Aun así, variedades como la Malvasio, pese a tener muchas semillas y ser difícil de pelar, siguen teniendo un mercado, sobre todo en Perú, por su sabor excepcional".
Limones y limas: entre lo local y lo global
La lima Sutil, con unas 22.000 hectáreas, es predominante en el consumo interno. El 80% se cultiva en la costa norte del país (Lambayeque, Piura y Tumbes), aunque se exporta algo a Chile y Bolivia. En cambio, la lima Tahití, con apenas 2.000 hectáreas, está orientada completamente a la exportación. "Va principalmente a Estados Unidos y Europa", señala Del Castillo.
La naranja Valencia: nueva vida para un clásico
Tradicionalmente usada para jugo y consumo local, la naranja Valencia, cultivada en Chanchamayo, ha ganado protagonismo en exportaciones. La razón: el alza del precio del jugo concentrado a nivel global. "Brasil, que domina el mercado, tuvo problemas por plagas y clima, y eso disparó la demanda", explica. Además, la Valencia peruana se valora por su jugosidad, su alto Brix (contenido de azúcar) y porque, en muchos casos, es prácticamente orgánica por defecto. "Muchos pequeños agricultores no usan pesticidas simplemente porque no pueden pagarlos", dice Del Castillo.
La toronja rosada, cultivada en Pisco, tiene poca relevancia en volumen: solo 2.000 a 3.000 toneladas anuales. Todo se exporta a Estados Unidos. "El año pasado fue récord, pero este año ha bajado por el ciclo natural de alternancia de producción", comenta.
Mercados internacionales: Estados Unidos lidera, Asia crece
Estados Unidos y Canadá siguen siendo el destino principal de los cítricos peruanos (45%) en 2025. Les siguen Centroamérica y México (20%), la Unión Europea (19%) y el Reino Unido (7%). Asia —China y Japón— representa solo el 3%, aunque con un crecimiento del 65% respecto al año anterior. "El mercado japonés solo permite la entrada de la Satsuma, que es su mandarina tradicional", explica Del Castillo. Pero ya se están negociando protocolos para incluir otras variedades como Tango y Orri.
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Mucho por exportar, aún más por crecer
Perú produce 1,7 millones de toneladas de cítricos al año, pero solo exporta el 17%. "El día que Perú se proponga exportar todo lo que produce, puede cambiar el tablero internacional. Eso lo saben muy bien nuestros competidores, como Sudáfrica", advierte Del Castillo.
El top 10 de exportación está compuesto por W. Murcott (29%), Tango (19%), lima Tahití (12%), Satsuma (8%), Valencia (8%), Primosole (5%), Orri (5%), Clementina (3%), tangelo Minneola (3%) y limón Eureka (2%). La recuperación tras dos años difíciles por el clima se ha hecho evidente. En 2025, hasta la semana 42, se exportaron 322.130 toneladas, un 13% más que en 2024 y un 36% más que en 2023.
No se espera una expansión significativa de la superficie citrícola a corto plazo. El enfoque está en el recambio varietal. Sin embargo, a largo plazo, proyectos como Majes-Siguas II podrían duplicar la superficie dedicada a cítricos. "Perú representa a día de hoy menos del 1% de la producción mundial y menos del 0,4% del comercio. El potencial es inmenso", afirma.
Diversificar para ganar
Uno de los retos del cítrico es competir con cultivos más rentables como la palta, uva, arándano u otras berries. Pero tiene sus ventajas: "La ventana comercial es complementaria, no necesita tanta mano de obra y permite una estrategia de diversificación". De hecho, muchos agricultores combinan varios cultivos. "Conozco fincas con palta, espárrago y cítricos, donde usan el espárrago como barrera natural para evitar la polinización cruzada entre especies".
"El agricultor peruano entiende su campo, su clima, sus vientos. Hay mucha sabiduría", asegura Del Castillo. El gran salto reciente ha sido incorporar tecnologías como fertirrigación, imágenes satelitales y sensores de suelo. Sin embargo, aún hay camino por recorrer en el registro y uso sistemático de datos agronómicos. "Lo que nos falta es tecnología, técnica. Pero vamos aprendiendo rápido", concluye.

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Sergio del Castillo Valderrama (CEO)
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