La doctora Wilson, especialista en poscosechado, afirma que los investigadores del ITI están desarrollando material amortiguador respetuoso con el medio ambiente y biodegradable a partir de los residuos agrícolas procesados de las plantaciones bananeras, como parte de su proyecto para "Mejorar la conservación de las frutas mediante nanotecnología".
Este proyecto trabaja específicamente con mangos, papayas y bananas, y se están llevando a cabo experimentos para comercializar una cera ecológica comestible que amplíe la vida útil de estas frutas.
"También tenemos un tratamiento precosecha para que la floración de las frutas como las piñas y los mangos sea uniforme, además de procedimientos para gestionar el uso de fertilizantes y sistemas de poda para mejorar el rendimiento y facilitar las operaciones de cosechado gracias a un desarrollo uniforme y a tratamientos que retrasen la madurez y amplíen la temporada", explica.
"Los índices de madurez indican la etapa del desarrollo de las frutas u hortalizas para que los agricultores puedan cosecharlas en el momento más propicio para venderlas al mejor precio, además de transportarlas a mercados lejanos sin que se dañen ni maduren demasiado", continúa la investigadora. También recomienda etiquetar las frutas durante la floración para conocer su edad y cosecharlas según los destinos y necesidades del mercado, entre otras tecnologías poscosecha, como métodos seguros para controlar las plagas y enfermedades, bolsas antiinsectos, trampas de feromonas para evitar las moscas de la fruta, y ceras comestibles.
La doctora Wilson concluye que todo lo que se haga para evitar las pérdidas después de la cosecha contribuye en gran medida a la seguridad alimentaria nacional y a que más frutas y hortalizas puedan llegar a los consumidores.