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Erwin Bakker, de Ellips Sorting Software, Eindhoven

El ascenso de las máquinas de clasificación ópticas

Anteriormente este mismo año, Erwin Bakker, propietario de Ellips, en Eindhoven, habló sobre su extraordinario software para las máquinas clasificadoras. “Con el tiempo”, afirma, “la industria no podrá pasar sin ellas. En estos momentos, las clasificadoras se miran con recelo de vez en cuando. Hay dudas sobre su precisión. Pero, de hecho, su precisión está aumentando. Un trabajador en una estación de envasado no puede ver el interior de un producto, hay que hacerlo con un software”.



Erwin parece estar en lo cierto porque Ellips sigue creciendo de forma impresionante. No sólo en lo que concierne al interés de la industria, sino también en la versatilidad del software. En la reciente PMA Summit, en Anaheim, EE. UU., nos reunimos de nuevo con Erwin Bakker, que nos habló de los nuevos avances.

El perfil de un kiwi
La última vez, Erwin habló fundamentalmente sobre cebollas, pero por lo que sabemos ahora, el software de Eindhoven también evalúa la calidad de las cerezas, los melocotones, los tomates, los espárragos, las patatas y muchos otros productos. Cuando nos reunimos en la feria, habló sobre la calidad interna de los kiwis, tanto verdes como amarillos.

“Nosotros evaluamos ambos”, afirma Erwin. “Primero hacemos una estimación aproximada de la cantidad de kiwis verdes y amarillos. Esa estimación se hace, en realidad, porque tras recabar y analizar los datos podemos crear un perfil para un kiwi. Basándonos en esas estimaciones podemos aconsejar al cliente sobre la configuración de la máquina. Hemos hecho esto antes con las cebollas y las manzanas y también funciona bien con las granadas. Al principio, se trata de configurar cosas, pero en cuestión de semanas se puede ajustar mucho una clasificadora así”.

Por tanto, se trata de configurar unos parámetros: lo que es aceptable y lo que no. Hay que decirle a la máquina lo que ve. Estos parámetros varían según la fruta, pero, a veces, también difieren de una región productora a otra. Así pues, es una cuestión de ajuste.

“Además”, explica Erwin, “ahora hemos establecido nuestro proceso de desarrollo para que el software haga sus propias correlaciones. Con eso quiero decir que podemos introducir los datos, es decir, las variables, con las que el software hace un modelo para ti. Y nosotros podemos introducirlo como perfil en la clasificadora”.

¿Entonces es una máquina que aprende sola? Sí, contesta Erwin. Pero este es un procedimiento indispensable, afirma. La alternativa, explica, se hace cada vez más difícil. “En un lote, por ejemplo, vas a medir un centenar de frutas. Primero tienes que cortarlas por la mitad e introducirlas en un documento Excel. Después llevas ese Excel a la clasificadora y a partir de ella empieza a clasificar el lote. Y eso una y otra vez. Por tanto, puedes hacer lo mismo hasta la eternidad. Y también tienes que cortar cientos de frutas”. Erwin sacude la cabeza riendo. “Es mucho trabajo, pero con un perfil sólido, ya no sería necesario”.

Como el sector del kiwi clasifica fundamentalmente de este modo, eso supone en principio que hay todo un mercado abierto a Ellips. Erwin discute que la clasificación “ocular” no sólo es costosa en tiempo, sino que también es menos precisa. Un experto en la feria, afirma, dio tres clasificaciones erróneas de entre veinticinco. Es un gran margen de error, considerando los ingresos anuales.

Un rápido ascenso
Hace unos pocos meses, Erwin tenía que reconocer que Ellips era relativamente desconocida en el sector hortofrutícola. “Todavía somos, fundamentalmente, un proveedor para las frutas y verduras”, explica. “No puedo asegurar que no habrá más inspecciones de calidad oculares en unos cuantos años, o que las estaciones de envasado de patatas dejarán de existir. Aparte de la tecnología, es una cuestión de ir hasta el límite. Un trabajador de una estación de envasado no puede ver el interior de un producto, hay que hacerlo con un software. Y cuando el consumidor establece unas exigencias cada vez mayores, la tecnología tiene que mantenerse al día”.

Sin embargo, ahora el emprendedor ya es mucho más optimista sobre el terreno ganado en el sector hortofrutícola.

“No creo que pase mucho tiempo hasta que todo el mundo tenga una máquina de calidad interna”, predice. Y no está hablando sólo de la necesidad en el puesto de trabajo. “No me sorprendería que los minoristas empezasen a preguntar por ellas, por ejemplo. En el futuro, sólo comprarán un lote de granadas si se han comprobado internamente en cuanto a calidad. Aquí en EE. UU., ya han llegado a ese punto. Hace dos años, empezaron con las primeras clasificadoras de cerezas electrónicas. Ahora los supermercados te dicen con total seriedad: 'Si no tienes una clasificadora óptica, no compramos tus cerezas'”.

En EE. UU., llevan ventaja a lo que esto respecta, asegura Erwin. Mientras que el mercado neerlandés todavía está familiarizándose con la idea, EE. UU. está experimentando un ascenso rápido. Recientemente, la compañía de Erwin Bakker ha instalado ocho líneas de clasificación en el estado de Washington. “Como precaución”, añade Erwin. “Pero apenas habían instalado el equipo cuando sus cebollas rojas se vieron afectadas por la pudrición interna. Gracias a las clasificadoras, la compañía fue capaz de enviar 4.000 toneladas”. La voz se corrió rápidamente y varias compañías hortofrutícolas han mostrado interés. Erwin afirma: “EE. UU. sigue siendo un mercado interesante para nosotros: es un territorio en parte inexplorado, pero la necesidad existe, igualmente. Los estadounidenses tienen unos estándares de calidad muy diferentes”.

Confianza

En lo respecta al avance tecnológico, Ellips sigue siendo optimista, aunque Erwin es cauto, en parte. “Nosotros no alcanzaremos nunca el 100% de detección”, explica. “Nadie puede hacerlo. Siempre hay un margen de error, pero estamos acercándonos y eso genera confianza”.

Ellips B.V.
Eindhoven, Países Bajos
Tel.: +31 (0) 40 - 245 6540
Fax: +31 (0) 40 - 246 7183 
Correo e.: info@ellips.com 
Pág. web: www.ellips.com
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