La secuencia de temperaturas máximas superiores a los 30 grados durante esta primavera está impactando negativamente en los cultivos de papa en Canarias, y a los productores les preocupa una posible reducción del rendimiento entre el 10 y el 20%. Incrementar la frecuencia de riego, pasando de una vez a la semana o cada diez días a cada cuatro días, es una de las medidas adoptadas para contrarrestar el efecto del calor en un cultivo que prefiere condiciones más frescas y lluvias regulares.
Gilberto Cabrera, un productor local, describe la situación como "horrible, lo nunca visto", y señala que la papa que se tenía que recoger a mediados de mayo "ya se está adelantando y se queda más pequeña, porque este tiempo no le gusta: necesita de más fresco y unas lloviznas, a lo que se añade que tampoco hay agua porque está en manos de cuatro". Miguel Falcón, ingeniero agrónomo, contextualiza el problema recordando la crisis del año anterior, agravada por altas temperaturas y problemas de importación debido al escarabajo de la papa en Inglaterra y las altas temperaturas en Escocia.
La "tormenta perfecta" que se vivió el año pasado podría repetirse, advierte Falcón, citando el aumento de la temperatura del mar alrededor de las islas y la persistente calima como factores que están alterando los rendimientos de los cultivos. Este panorama ha llevado a un incremento en el consumo de agua y, por ende, en los costos de producción, lo cual afecta a los precios finales, que se han incrementado hasta en un 50% desde la pandemia.
La predicción meteorológica a corto plazo no ofrece un alivio significativo, aunque se espera un ligero descenso de temperaturas y algunas precipitaciones débiles y dispersas. La posible llegada de una vaguada a mitad de la próxima semana podría traer chubascos moderados, ofreciendo un respiro temporal a los productores.
Fuente: laprovincia.es