La campaña de recolección de la patata ya ha terminado en España, en lo que está siendo un año difícil a nivel agronómico y comercial.
"En la recta final del 2025, ya podemos decir que este ha sido un año difícil en lo agronómico supeditado a condiciones climáticas muy adversas en primavera y verano. Así, hemos pasado de la euforia sectorial a la desilusión debido a que antes faltaba producto, y ahora sobra por todas partes", cuenta Alfonso Sáenz de Cámara, director de Udapa.
De acuerdo con el máximo responsable de esta cooperativa, las necesidades de la industria transformadora mueven el mercado de la patata europea, y parece que desde que se comenzó a hablar de los aranceles de Trump, todo ha empeorado rápidamente. "Existe mucha incertidumbre en el campo: se siembra más patata por los buenos precios de años anteriores, pero ahora, de golpe, se han desplomado", indica.
"Por suerte, los agricultores más profesionales, los más constantes, formalizan muchos contratos de compraventa y tienen su rentabilidad cubierta; pero aquellos que han ido al mercado libre, este año no cubrirán los costes de producción", destaca Sáenz de Cámara.
"Es justo que el mercado premie a los constantes y no a los que especulan, así que considero que puede que este sea un año para ajustar la producción a la demanda real, para que, con el paso del tiempo, todo esto tenga un efecto positivo para el sector", sostiene el director de Udapa.
Así pues la cooperativa ha finalizado la campaña de recolección de la patata de Álava con un sabor agridulce. "A pesar de que la calidad de la cosecha ha sido excepcional porque el cultivo no ha sufrido ni plagas ni enfermedades reseñables, la producción con respecto a un año convencional ha disminuido un 10%". 
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