La campaña del ajo en España cierra 2025 con un crecimiento del 9%, un logro notable frente a un año marcado por retos climáticos y presión del mercado exterior. Sin embargo, la temporada también deja señales de alerta: el granizo redujo el calibre del producto y aumentó las mermas, y los análisis del sector anticipan una bajada de precios para 2026.
En Castilla-La Mancha, que concentra casi el 60% de la producción nacional y el 68% de la superficie sembrada, los productores han tenido que adaptar sus estrategias para mantener el suministro. José López de la Fuente, CEO de Grupo Lomar, asegura que "el granizo ha sido determinante este año; el ajo ha salido con poco calibre y eso condiciona todo el proceso". Para compensar la caída del rendimiento por hectárea, muchas fincas han ampliado la superficie sembrada, buscando atender la demanda estable del ajo morado.
Pero la producción nacional enfrenta desafíos más allá del clima. La competencia de China, Argentina y Egipto, con costes de producción más bajos, presiona los precios europeos. López de la Fuente advierte de que no se compite en igualdad de condiciones, recordando que la producción española asume mayores costes y exige cumplir con regulaciones más estrictas.
A esta presión se suma la limitación de fitosanitarios disponibles para proteger el cultivo, lo que incrementa riesgos agronómicos y costes indirectos.
Pese a estas dificultades, España sigue siendo el principal productor de ajo de la Unión Europea, con más de 315.000 toneladas anuales. El sector se muestra cauteloso de cara a la próxima campaña, aunque confía en alcanzar un equilibrio entre buena producción y precios más estables. La clave, según los expertos, será la capacidad de adaptarse, innovar y reforzar la identidad del ajo español como producto de proximidad, sin renunciar a la calidad que lo caracteriza.
Fuente: financialfood.es