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El deprimente mercado israelí del pimiento hace que los productores prueben cosas nuevas



Por culpa de los precios muy bajos de los pimientos durante varios años consecutivos, muchos productores israelíes han abandonado el negocio o dejado sus campos en barbecho. Sin embargo, algunos productores están invirtiendo en nuevos negocios con la esperanza de que los distintos productos puedan proporcionar la rentabilidad ausente en el mercado del pimiento.

"Tuvimos un mal año con los pimientos la temporada pasada y no encontrábamos nuestro lugar en el mercado, así que buscamos alternativas", explica Ronen Schlachet, de Sunny Dan. "El Gobierno ofrecía ayudas a los productores que cultivaran algo que no fueran pimientos, así que decidí probar con las fresas". Schlachet ya tenía ciertas ventajas que le ayudaron con la transición a otro cultivo. Sus muchos contactos en la industria le ayudaron a conseguir rápidamente experiencia y materiales. También poseía ya invernaderos con control de temperatura donde podía cultivar fresas aunque las condiciones meteorológicas no fueran las propicias para ello. No obstante, emprender la producción de un nuevo producto ha sido todo un esfuerzo.
 
"Tuvimos que empezar casi desde cero", continúa Schlachet. "El agua aquí tiene mucha sal, así que tuve que instalar una máquina para tratar el agua. Después hay que decidir el fertilizante y el tipo de tierra que usar para cultivar las fresas. Copiamos para nuestra operación los túneles que se usan en Holanda, y creo que no nos desviamos mucho del método holandés". Todas estas mejoras y materiales no han salido baratas. Los costes de producción son de casi 1,2 millones de séqueles por hectárea, pero hay segmentos de mercado que Schlachet cree que se pueden explotar para conseguir buenos resultados.


Invernadero en Ein Yahav donde se cultivan las fresas
 
"En Israel, la gente gastará dinero si les das un buen producto", explica. "Estamos vendiendo a precios altos en comparación con otras fresas de Israel". Espera que los clientes del país aprecien la calidad y paguen de acuerdo a ella. En el extranjero, la disponibilidad prolongada que ofrece el cultivo con control de temperatura es una gran ventaja.

"La cosecha en campo abierto empieza dentro de dos o tres semanas y termina en abril", continúa Schlachet. "Yo he empezado a principios de noviembre, así que la idea es entrar pronto, cuando los precios estén altos, porque no tendré ocasión de ganar dinero si el campo abierto está en marcha". También hay competencia por parte de los productores holandeses en el mercado de exportación, aunque las conexiones en Rusia pueden salir a cuenta, especialmente si el veto actual a los productos europeos sigue en vigor.


Ronen Schlachet con el sistema de purificación extensiva necesario para producir en Aravá
 
"Se exporta donde hay un hueco, porque, si no, no se puede competir con los precios holandeses por sus bajos costes de transporte", afirma Schlachet. "Nuestra ventaja en Rusia es que muchos rusos vienen a Israel y luego vuelven a Rusia. Hasta podemos hacer negocios en hebreo cuando estamos en Rusia". Pero el mercado también es inestable, con problemas de divisas y una economía deprimida que dificulta las ventas. De modo que, aunque hay un atisbo de esperanza con esta nueva iniciativa, sigue siendo muy duro. Aunque hay apoyo por parte del Gobierno, Schlachet cree que las políticas gubernamentales hasta ahora son las que le han puesto a él y a muchos otros productores en la situación actual.
 
"Estamos en una situación malísima. El Gobierno no ha tenido ni una sola política respecto a la agricultura israelí", declara Schlachet. "En el pasado, ganábamos dinero con las exportaciones a pesar de las políticas gubernamentales. Pero ahora las cosas se han puesto más difíciles y muchos negocios han cerrado. Gané bastante dinero en el pasado para permitirme seguir incluso tras perder dinero el año pasado, pero no puedo permitirme otro año de pérdidas". El mercado nacional no es muy prometedor porque los costes de producción local son tan altos que muchas veces a los minoristas les resulta más barato comprar y vender productos importados. Schlachet cree que hará falta la intervención del Gobierno para abrir nuevos mercados de modo que los productores y exportadores puedan conseguir una mejor rentabilidad en el extranjero. Mientras tanto, él y los otros productores tendrán que seguir arriesgándose para poder superar otro año.


El moshav de Ein Yahav tiene 500 hectáreas de invernaderos
 
"Para empezar desde cero, se requerirían 2,5 millones de séqueles por hectárea para comenzar a cultivar fresas de invernadero", explica. "Yo ya tenía el invernadero y otras cosas pero, sin eso, es demasiado. Es una gran apuesta porque es mucho dinero, pero hay que intentarlo".
 
Más información:
Ronen Schlachet
Sunny Dan
sunnydan@arava.co.il
Fecha de publicación: