Longyearbyen, Noruega, celebró el retorno del sol el 8 de marzo después de más de cuatro meses de oscuridad con su Solfestuka Fruktfest anual en Svalbardbutikken, exhibiendo frutas exóticas como mangostanes, rambutanes y guayabas. En esta celebración única, que resalta la diversidad de la ciudad con residentes de más de 50 nacionalidades, las frutas tropicales simbolizan el calor y la luz del sol, contrastando con los alimentos habituales del Ártico.
El festival de frutas forma parte de las iniciativas de Longyearbyen para atender a su población multicultural y es un reflejo de las conexiones globales incluso en lugares remotos. Esta celebración también sirve como un intercambio cultural, permitiendo a los residentes disfrutar de sabores de su hogar o descubrir nuevos sabores.