El cambio climático ha sido un desafío determinante para la producción agrícola en Brasil. "El año pasado tuvimos una sequía de más de siete meses, la más grande en 90 años. Ahora llueve demasiado, lo que dificulta la cosecha del limón", explica Sérgio Negrão, CEO de Jagrao Brazil, una empresa que lleva casi 14 años en el mercado comercializando limón Tahití y jengibre. Con aproximadamente 100.000 árboles de limón en el estado de São Paulo, la compañía también trabaja con productores México. En el último año, exportó 430 contenedores de limón y entre 40 y 50 de jengibre.
Para hacer frente a estas condiciones extremas, los productores han tenido que invertir en soluciones costosas, como la perforación de pozos más profundos para garantizar el riego. Sin embargo, el exceso de lluvias también genera complicaciones en la recolección, lo cual afecta la calidad y disponibilidad del producto en los mercados internacionales.
A este desafío climático se suma una crisis logística, que ha complicado aún más la exportación. "Las empresas navieras no cumplen los plazos combinados. En el puerto de Londres, por ejemplo, hay retrasos de hasta 40 días", señala Negrão. Estas demoras aumentan los costos operativos y pueden comprometer la frescura de los productos.
En el caso del limón, México es el principal competidor de Brasil. Sin embargo, el país norteamericano se enfoca principalmente en el mercado estadounidense, lo que deja un margen de oportunidad para los productores brasileños en Europa y otros destinos. Según Negrão, "las restricciones fitosanitarias han impedido que Brasil exporte limón a EE. UU.", aunque considera que estas medidas responden más a factores comerciales que sanitarios. "Si Brasil entra en el mercado estadounidense, muchas personas en México podrían perder sus empleos".
"El precio promedio del limón brasileño fue de 8 euros por caja de 4,5 kilos, lo que refleja un mercado estable a pesar de las dificultades climáticas y logísticas", detalla.
En cuanto al jengibre, "en esta época del año, China domina el mercado del jengibre, ya que se encuentra en plena cosecha y puede exportarlo por vía marítima. En contraste, Brasil está recolectando su jengibre bebé, el cual, debido a su delicada piel, solo puede ser transportado por avión, lo que encarece su comercialización. El jengibre chino es más barato, lo que hace difícil competir en precio", comenta Negrão.
El precio del jengibre brasileño osciló entre 30 y 40 euros por caja de 14 kilos, con una media de 32 euros. Sin embargo, Negrão destaca que, aunque los precios fueron buenos, los costos de producción en Brasil aumentaron significativamente, afectando la rentabilidad de los productores.
A pesar de estos retos, Brasil cuenta con una ventaja clave: un mercado interno sólido. "Tenemos 220 millones de habitantes, lo que nos permite seleccionar lo mejor para exportación, mientras que otros productores sin un mercado interno fuerte tienen menos margen de maniobra", indica Negrão.
"Buscamos fortalecer nuestras relaciones comerciales y adaptarnos a las nuevas tendencias del mercado. Las ferias no son solo para hacer negocios, sino también para entender qué necesitan nuestros clientes y cómo podemos mejorar. Estamos acostumbrados a la adversidad. Hemos superado la COVID y otras crisis. Seguimos aquí, trabajando duro para que todo funcione", concluye Negrão.
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Sérgio Negrão
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