Un nuevo informe del Ministerio de Industrias Primarias aún por publicar predice que el cambio climático tendrá un efecto grave sobre la prevalencia de las plagas exóticas, con consecuencias para la horticultura (incluidos los kiwis), los animales e incluso las plantas autóctonas como el kauri, el pohutukawa y el titoki.
Al igual que el brote de mosca de la fruta de Queensland en Grey Lynn, Auckland, en febrero de este año, otras plagas y enfermedades australianas podrían afianzarse en Nueva Zelanda si las temperaturas aumentan lo suficiente. Esto causaría estragos en los cultivos de kiwis, uvas, tomates, boniatos, maíz, trigo y muchos otros cultivos comunes que conforman una gran parte del mercado de exportación neozelandés.
La noticia del informe ha impulsado los llamamientos a aumentar la protección en la frontera. El brote de la mosca de la fruta en febrero puede que no fuera causado por el mismo tipo de negligencia que Kiwifruit Claim afirma que causó el brote de PSA, pero es otra demostración clara de los fallos en la bioseguridad de Nueva Zelanda y de la necesidad de que se haga responsables a los funcionarios cuando estos incurran en negligencia.
"Esperemos que podamos contener los crecientes riesgos de bioseguridad que presenta el cambio climático. Si ocurren brotes en el futuro, esperamos que no tengan el mismo impacto devastador sobre Nueva Zelanda que tuvo el brote de PSA de 2010, que, según los asesores independientes del Gobierno, pudo haber costado al país 885 millones de dólares", afirma Cameron.