Los productores de mandarinas de España se centran cada vez más en las variedades tardías, que suponen varias ventajas con respecto a las tempranas. Willem Koole, de la empresa holandesa Frukar, explica los avances en el sector citrícola español y la importancia cada vez mayor de las etiquetas.
Cuando por fin llovió en España, a finales de octubre, ocurrió en un momento muy inoportuno. La lluvia obligó a detener la cosecha, por lo que la temporada comenzó más tarde de lo habitual. Además, seguía sin llover lo suficiente para que los cítricos pudieran tener un buen crecimiento. "Los calibres son mucho más pequeños", afirma Koole. "Aún es muy pronto, de modo que la situación podría cambiar a lo largo de la temporada, pero la lluvia que cayó en octubre fue insuficiente". Aun así, la cosecha de limones, mandarinas y naranjas probablemente será entre un 15% y un 20% mayor que la del año pasado, debido a las fluctuaciones naturales entre temporadas.
Las variedades Marisol y Satsuma han tenido un comienzo arrollador. "El color y el sabor han sido buenos, a pesar del otoño caluroso", añade Koole. "Hay menos mandarinas de ultramar en el mercado, lo que también ayuda". Entre los agricultores, se da una tendencia diferente. La superficie de las variedades tempranas disminuye en favor de las variedades más tardías. "La mayoría de productores opina que septiembre y octubre son meses demasiado tempranos para cosechar, ya que las mandarinas no reciben la coloración adecuada al no tener noches suficientemente frías. Pasa lo mismo con las naranjas, de modo que muchos productores prefieren dedicarse a las variedades tardías".
La oferta de naranjas comienza con dificultades
Por culpa del calor constante y de la escasez de precipitaciones en diversas regiones, la cosecha de naranjas también se ha retrasado, aunque Frukar no se ha visto afectado. "Recibimos las primeras naranjas Serena en la semana 41", explica Koole. Por otra parte, los supermercados suelen preferir los calibres pequeños para sus envases de malla. "El comercio libre prefiere los calibres grandes, y puede suponerles un problema, pero creo que el mercado ya se habrá recuperado a finales de noviembre o principios de diciembre".
El mercado todavía sufría mucha incertidumbre la última semana de octubre, cuando hablamos con Koole. "No tenemos muchas naranjas de calibres grandes, pero la situación podría estabilizarse más adelante. Hay muchos productores —no solamente de naranjas, sino también de limones— que no quieren cosechar todavía y prefieren esperar a que las frutas crezcan un poco más".
Las etiquetas representan la calidad
"Creo que el mercado prefiere productos buenos de buenas marcas", continúa Koole, que considera que aquellas que ofrezcan calidad y sabor constantes son el futuro. "Desde hace ya 26 años, Serena ha sido la joya de nuestra empresa, pero también se puede encontrar en otras partes del sector. El público busca un producto familiar y de marca, que está cobrando mucha más importancia". El creciente interés por las marcas y las etiquetas está motivado por los valores que estas suponen. El concepto tiene que ser el adecuado, y muchos productos anónimos tendrán dificultades. "Muchos comerciantes de día están dejando el negocio sin sucesión".
Los minoristas son leales a los proveedores que puedan ofrecerles un producto bueno acompañado de una historia satisfactoria. El valor añadido cobrará mucha más importancia en el futuro, por lo que hay que saber con qué transportistas cooperar. "Frukar lleva años trabajando con los mismos transportistas, y eso nos permite ofrecer productos con valor añadido y satisfacer los deseos de los clientes la mayoría de ocasiones".
Además, Koole prefiere los transportistas que envasen los productos en la misma región. "De lo contrario, los clientes no saben si las naranjas son de Sevilla o de Valencia, y eso marca la diferencia. Las condiciones meteorológicas influyen en los cítricos y, para poder ofrecer calidad continuamente, es crucial envasar en la misma región", concluye Koole.