"Deberíamos alejarnos de las variedades clásicas de frutas de pepita"

El sector de las frutas de pepita ha pasado por algunos años difíciles y, a juzgar por la situación actual, el futuro no será más sencillo. "Los países de Europa del Este y los de fuera de Europa están plantando manzanos y perales a gran escala con subsidios europeos, mientras que aquí, en Bélgica y Países Bajos, tenemos que competir contra nuestras propias frutas. Es una situación extraña", afirma Florent Geerdens, del vivero René Nicolai. "El sector frutícola está dividido en dos por culpa de la política".

La semana pasada, Geerdens asistió a la feria sobre frutas de pepita Interpoma, en Italia, y señala que el ambiente general era de resignación. "En primer lugar, nos damos cuenta de la enorme demanda de árboles que hay en muchos países de Europa del Este. Hablamos de un gran volumen, especialmente en Rumanía, que está plantando muchos manzanos y continuará haciéndolo. Sin embargo, más allá de Europa, en países como Ucrania y Rusia, también hay mucho interés en plantar manzanos. Los políticos toman las decisiones sobre los subsidios a otros países, pero me pregunto si se dan cuenta de lo que están haciendo. ¿Cómo podemos hacerles ver estos factores? Cuando los países de Europa del Este comiencen a cosechar dentro de unos años, ¿a dónde irá todo ese volumen?", expone Geerdens.

Otro factor que señala Geerdens es que Europa occidental está centrándose en la renovación. "Se hace énfasis en las nuevas variedades, en maneras de distinguirse y de marcar tendencia en el sector de las frutas de pepita. Tenemos que alejarnos de las variedades clásicas como la Golden, la Braeburn, la Red Delicious, la Jonagold o la Elstar, ya que pueden cultivarse en cualquier lugar del mundo. A la hora de exportar, deberíamos avituallarnos contra la competencia, que es cada vez mayor, y entrar en el mercado con variedades nuevas y protegidas por derechos de propiedad intelectual. Ya no triunfaremos solamente con nuestros precios, porque las variedades libres se pueden cultivar más baratas en los otros países, y siempre tendremos las de perder. La única manera de bloquear a Europa del Este es tener derechos de propiedad intelectual. De esta manera, podremos controlar qué queremos plantar, dónde queremos plantarlo y qué cantidad. Otras industrias están haciéndolo, y deberíamos seguir su ejemplo".