En Aragón, zona de cosecha tardía, sigue la campaña de fruta de hueso. “En mayo y junio empezamos con la cereza Nimba y Red Pacific y seguimos con la cereza 4-84. Esta variedad es una de las que más producimos por su dureza, elevado grado Brix y textura crujiente, que la convierten en una de las cerezas más demandas. A finales de junio recolectamos Lapins y Skeena”, comenta Javier Traín, de Agrotraín.
“Una vez terminada la cereza empalmamos con la nectarina y el paraguayo. Su recolección y comercialización pueden alargarse hasta principios de octubre cuando Extremadura y Murcia ya han terminado. Si la climatología del momento acompaña, es para nuestra región un periodo muy positivo”, apunta el gerente de la empresa maña, y añade: “Evitar que se solapen las campañas de las diferentes zonas productoras es esencial, ya que permite que cada región explote su potencial sin usurpar mercado a regiones o cultivos”.
Hasta hace unos años el consumo se paraba en septiembre. Actualmente los cambios climáticos alargan la campaña hasta octubre creando una demanda real por parte del consumidor cuando las temperaturas acompañan. Pero también tiene sus riesgos. Si hace mal tiempo (lluvias persistentes, frío, etc.), parte de la fruta acaba en la industria para zumo. En ese caso los precios, por ejemplo, de nectarina de carne blanca, están alrededor de 3 céntimos el kilo ahí donde el coste de producción es de 30-35 céntimos. Es un riesgo.
En esta campaña Francia ha presentado volúmenes superiores y no ha importado apenas fruta de hueso. “El mercado español ha tenido tirón y ha absorbido mucha fruta que hubiese ido a Francia. Además, exportar fruta de hueso no siempre es una ventaja: los precios son similares a los del mercado nacional pero implican más logística y administración y no siempre compensa. Lo que sí es un hecho es que Francia privilegia el sabor en general y especialmente en la fruta de hueso. Es un mercado que exige calidad y cualidades organolépticas óptimas, no como otros destinos que aceptan fruta recogida antes de su punto óptimo de maduración”.
El auge del paraguayo tiene un futuro incierto: por ahora compensa su producción, pero es delicado predecir su evolución. El paraguayo es un fruto difícil de recolectar y de clasificar por su forma, y lo hace más costoso.
La nectarina sigue con una demanda en aumento, al contrario que el melocotón rojo, que cada año cuesta más vender. Posiblemente, al no tener pelo, atrae al consumidor. Su piel suave es su mayor ventaja.
Tanto el paraguayo como la nectarina tienen buena demanda en el mercado nacional y europeo y están desplazando al melocotón rojo. Solo el melocotón amarillo sigue teniendo mucha demanda, especialmente los DO o IGP como el Melocotón de Calanda. Pero son productos que solo se consumen en España o Italia y de poca proyección exterior.
Las platerinas han tenido su auge y ahora la demanda ha bajado por las variedades existentes, que todavía no son las adecuadas. Al ser como un paraguayo sin pelo, es apreciado por el consumidor. Además, tiene un cierre perfecto que hace que no le afecte el hongo Monilia y que su manipulación y transporte sean menos delicados.
Los primeros paraguayos aragoneses, José Antonio Traín en 1982
José Antonio Traín, fundador de la empresa en 1978, fue uno de los primeros productores en cultivar paraguayo en Aragón. Durante una visita a Mercamadrid percibió un hueco de mercado y que cultivar en Aragón alargaría la campaña ya terminada en Murcia en julio.
José Antonio Traín, 37 años más tarde
Actualmente la empresa cuenta con la tercera generación familiar y 220 hectáreas de fruta de hueso. De todas ellas el producto estrella sigue siendo el paraguayo.
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Javier Traín
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